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Ellas están detrás de lo que comes

Hoy se celebra el Día Internacional de las Mujeres Rurales, presente en la

agenda grancanaria desde principios de mes con diferentes actos por la Isla

Las ganaderas Elizabeth Moreno Galván y su mujer, Amaya Ruth Pulido Vega, junto a sus animales en Caideros. | | EL DÍA

Un tercio de los trabajadores del sector agrícola y ganadero son mujeres. Muchas trabajan en explotaciones familiares en las que, en la mayoría de casos, es su suegro, padre o marido el que posee la titularidad de la tierra. Esto provoca que se queden en segundo plano ya que no cotizan ni ven remunerado su trabajo. La titularidad compartida, aprobada en 2011, está permitiendo que, poco a poco, cambie esta situación.

Elizabeth Moreno Galván tenía 18 años la primera vez que intentó montar su negocio dentro del mundo de la ganadería. Vivía sola desde los 15, tenía capacidad y ganas, pero le dijeron que no: era demasiado pequeña y acceder a una subvención para jóvenes ganaderos no es tarea fácil. Hoy, con 26 años y junto a su mujer Amaya Ruth Pulido Vega, por fin puede decir que está a punto de cumplir ese sueño, aunque el camino esté lleno de baches. Tanto ella como Amaya, realizan otro tipo de actividades mientras se culmina su proyecto, en el que llevan invertidos dos años de papeleo, de búsqueda de tierra y de ganado: «Si no vas con tu padre o con tu suegro, no te los venden». Además de los animales, también necesitan instalaciones: sin un obrador no pueden conseguir el correspondiente registro de sanidad que les permite vender sus productos. «Necesitamos infraestructuras para trabajar bajo techo y que los animales estén bien, que es lo primordial», puntualiza Elizabeth. «Si la estiramos como si fuera un chicle, creo que con la subvención para jóvenes ganaderos podremos cumplir con nuestro objetivo», declara la joven que lleva dos años lidiando con diferente trabas burocráticas.

Elizabeth y Amaya son mujeres pioneras en Canarias en lo que respecta a la titularidad compartida en las explotaciones agrarias. Esta medida, que se aprobó a finales de 2011, ha permitido que mujeres que no son visibles ante los ojos de nadie, puedan ser titulares de las tierras que trabajan, tener sus propios ingresos, cotizar y gestionar todo tipo de papeleo de cara a la Administración sin necesitar la firma de su padre, suegro o marido.

A la titularidad compartida se pueden acoger parejas casadas para que los beneficios de la explotación agraria se dividan entre ambos miembros. En España y, por tanto, en Canarias, lo normal es que el nombre de la mujer no aparezca por ningún sitio, mujeres que han estado 40 años trabajando unas tierras o unos animales y que acumulan un total de cero años cotizados. «En los quesos siempre se ve el nombre de un hombre, pero lo que no se dice es que la que lo elabora es la mujer», cuenta Elizabeth.

Martina Andrés M.A.

Según la Confederación de Mujeres del Mundo Rural (CERES), en 2021 había en España entre 31.000 y 55.000 mujeres que podrían recurrir a esta ley de titularidad compartida. Elizabeth y Amaya son las primeras de Gran Canaria en acogerse a ella, lo que les permitirá que pronto, la Quesería Vega Moreno se convierta en una realidad.

Alimentando al mundo

«Estamos alimentando al mundo», declara Inmaculada Idáñez, presidenta de CERES. Con esta frase quiere destacar la labor de las mujeres —y también la de los hombres— que trabajan en el sector de la agricultura y la ganadería, trabajo al que muchos casos no se le da la debida importancia en el espacio público. «Tenemos que sentirnos importantes, yo se lo digo a mis compañeras. Sin nosotras no sería posible la vida. Todos no podemos tener carreras universitarias y ser funcionarios», sentencia Idáñez.

En la misma línea está María del Carmen Pérez Castellano, presidenta de CERES Canarias, cuando habla de la falta de autoestima que sienten las mujeres que trabajan en el sector agrícola o ganadero. «Muchas me dicen que al estar en el mundo rural, están como cohibidas. Les fortalece ver como otras mujeres hacen lo mismo que ellas».

Por ello, con el objetivo de visibilizar su labor, se dieron cita medio centenar de trabajadoras del medio rural de toda España los pasados 5 y 6 de octubre en Agaete. El encuentro organizado por CERES, se titulaba La alimentación del futuro desde las políticas con incidencia feminista del presente. Además de mesas redondas con mujeres productoras de Gran Canaria, las asistentes a este encuentro también pudieron conocer de primera mano iniciativas locales promovidas por mujeres como la Quesería del Rosario en Agaete, Setas Lagar de Fuego en Santa Brígida y la Bodega San Juan en esta misma localidad.

Esta reunión anual, que cada año se celebra en un lugar diferente de España, ha querido en esta edición priorizar a las mujeres de las Islas y facilitar su asistencia ubicándose en la localidad grancanaria. Para CERES, ha sido sorprendente que la cifra de asistentes haya sido tan alta ya que, tal y como explica Pérez Castellano, «sacarlas de su entorno cuesta muchísimo». Cuesta, además de por el costo del viaje en algunos casos, por el tema de la conciliación, asunto en el que hacen especial hincapié desde CERES.

El futuro está en negocios como el de Elizabeth y Amaya, que también asistieron al encuentro de Agaete, en mujeres que llevan el orgullo de su profesión por bandera: «Yo no tengo días de fiesta, ni fines de semana. Es lo que tiene la ganadería, pero no lo cambio por nada».

Compartir la tierra entre los dos

La titularidad compartida es una figura jurídica en el ámbito de la explotación agraria a la que pueden acogerse las parejas que comparten el trabajo y la gestión de un negocio en este sector. Esta medida permite una mayor igualdad entre las dos personas titulares y ha conseguido que mujeres en toda España, que representan un tercio de las personas que trabajan en las explotaciones agrarias familiares, vean remunerada y valorada la labor que hacen en el sector agrícola o ganadero. En Canarias, según los datos, solo hay 6 parejas que se han acogido a la titularidad compartida, cinco en Tenerife y una en Gran Canaria. Acogerse a esta medida permite la visibilidad de las mujeres en un sector donde han estado históricamente invisibilizadas.

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