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Factores de riesgo de conductas suicidas en el ámbito educativo

La psicóloga Cristina García expone las situaciones que deben tenerse en cuenta

Cristina García es coordinadora provincial en Santa Cruz de Tenerife del Gipec, el Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes, y recuerda algunos de los factores que pueden entrañar riesgo de suicidio entre preadolescentes, adolescentes y jóvenes, así como en adultos. Esta profesional aclara, en primer lugar, que no hay un elemento, sino que en estas situaciones suelen coincidir varios y ahí radica parte de la dificultad en su labor. Apunta que hay tres tipos de factores: personales, familiares y del entorno escolar y social. Entre los personales figuran, por ejemplo, que el adolescente o joven haya tenido alguna conducta suicida previa u hospitalizaciones en unidades de Psiquiatría, aunque sea por otros motivos.

Otra conducta a la que pide prestar atención es el aislamiento, cuando el joven siempre quiere estar solo, tanto en la casa como en el centro educativo o en otros espacios, donde no participa en actividades y tiene dificultades de comunicación; ni expresa sentimientos ni opiniones.

En opinión de García, a las personas con conductas suicidas les cuesta controlar sus impulsos y tienen baja tolerancia a la frustración. También se agrava el riesgo si el individuo tiene una enfermedad crónica grave, o bien posee una discapacidad. Además, otro factor personal de riesgo aparece si hay un trastorno mental incipiente o diagnosticado, como un trastorno del estado de ánimo, obsesivo-compulsivo o de conducta alimentaria. Dicha profesional del Colegio de Psicología de Santa Cruz de Tenerife indica que la situación se agrava si hay un trastorno de estrés postraumático, o bien si se ha sufrido el fallecimiento de algún familiar, así como padecer abusos sexuales, malos tratos o un embarazo no deseado.

La coordinadora del Gipec menciona que el riesgo puede aumentar si la persona es consume alcohol o estupefacientes. Además, Cristina García resalta que, cada vez más, se detectan conductas suicidas en jóvenes que, previamente, se realizan autolesiones, como cortes. Ante esas situaciones, los profesionales recomiendan «empezar a trabajar» con la ayuda de algún psicólogo para impedir que haya consecuencias más graves.

En cuanto a los adultos, según García González, también se debe prestar especial atención a aquellas personas que, además, puedan tener acceso a métodos o medios letales, como psicofármacos. En este grupo también cita a miembros de los cuerpos de seguridad, pues en su equipamiento cuentan con armas de fuego. Dentro de los factores familiares hay varios que son coincidentes con los personales, apunta la citada psicóloga. Los antecedentes familiares en este tipo de episodios de autolesiones, el abuso del alcohol o drogas entre padres, así como la existencia de violencia familiar también son circunstancias que contribuyen a elevar las posibilidades de suicidio.

Y en este grupo de factores también se incluyen las separaciones de los progenitores mal gestionadas, así como la comunicación negativa entre integrantes del núcleo familiar, como faltas de respeto, amenazas e insultos, por ejemplo. García pone el foco en familias donde haya un alto nivel de exigencia y perfeccionismo, pues siempre se demanda al adolescente o el joven notas altas, por ejemplo. En cuanto a los factores de riesgo que se registran en el entorno escolar y social de los menores y jóvenes, la coordinadora del Gipec recuerda el consabido acoso escolar, donde las víctimas de este fenómeno sufren de forma considerable. Cita que en la Península también se han dado casos en que, después de que el afectado por acoso se haya quitado la vida, el acosador, al percatarse de lo que había hecho, también se suicidó. En ocasiones también contribuye a elevar el riesgo el sentimiento de rechazo por parte de los compañeros o considerar que no encaja en el grupo. Muy relacionado con el anterior está el caso de quienes les cuesta relacionarse con sus compañeros. A juicio de la citada psicóloga, también se dan situaciones de centros académicos donde existe una alta exigencia en los resultados académicos. Si algunos alumnos no llegan a ese nivel medio, pueden llegar a sentir desesperanza, baja autoestima, percepción de fracaso personal, ansiedad o estrés, que pueden llevar a conductas suicidas. Y, por último, menciona aquellos episodios de tránsito de identidad sexual o de orientación sexual no aceptados.

El psicólogo Felipe Lagarejo menciona que existen dos tipos de señales de alerta. El primero son las verbales, cuando el sujeto expresa pensamientos negativos sobre su futuro o su persona, tanto al hablar como al escribir. Y después figuran las no verbales, que son aquellos casos en que se regalan objetos personales o muy queridos, se cierran asuntos pendientes, se preparan documentos para cuando ya no se esté (testamentos, por ejemplo), o bien existe un cambio repentino e importante en su estado de ánimo, aclara Lagarejo. Ante estas situaciones, recuerda la importancia de llamar al 1-1-2 o al 024, así como acudir a un psicólogo.

El protocolo del Gobierno

La Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, en el marco del Programa de prevención de la conducta suicida en Canarias, anunció el pasado miércoles que elabora un protocolo de prevención e intervención ante riesgo suicida detectado en instituciones educativas. El objetivo es articular las acciones que deben tomarse ante la detección de riesgo suicida por parte de los profesionales del ámbito educativo, en coordinación con el Servicio Canario de la Salud (SCS).

La prevención del suicidio es una prioridad para el SCS, que está implementando diversas acciones con el objetivo de prevenir el riesgo. En este sentido se está incorporando a psicólogos clínicos en Atención Primaria para reforzar la actividad de Salud Mental en el ámbito comunitario y se ha iniciado un protocolo de atención a pacientes con riesgo o conducta suicida en los servicios de Urgencias hospitalarios. Estas acciones forman parte del Programa de prevención de la conducta suicida en Canarias, documento elaborado por los servicios de Salud Mental y de Promoción de la Salud del SCS. El programa forma parte del Plan de Salud Mental de Canarias 2019-2023, que cuenta con una línea específica dedicada a la prevención del suicidio. Está concebido como un documento guía donde se recopilan las acciones a realizar para conseguir el objetivo de minimizar el riesgo, recomendaciones para su desarrollo, los departamentos responsables, los recursos necesarios para realizar dichas acciones y la evaluación de las mismas. Para la redacción de este documento, desde el Ejecutivo autónomo se ha contado con la implicación de todos los profesionales que han conformado un grupo de trabajo que incluyó a profesionales de Salud Mental, Salud Pública, Atención Primaria, Educación y Servicios Sociales.

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