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Los especialistas detectan un llamativo aumento de casos de pubertad precoz

El adelanto del inicio de la primera fase de la adolescencia se ha acentuado a raíz de la pandemia de coronavirus | Las niñas son las principales afectadas por este cambio

La doctora Isora González Roca, especialista en Endocrinología Pediátrica. E. D.

Los facultativos han detectado un incremento del número de casos de pubertad precoz, sobre todo en niñas, a raíz de la irrupción de la pandemia de coronavirus. «Este problema se está observando en diferentes países, entre los que se encuentra España. En Canarias también está presente, pero las causas a día de hoy no están claras», manifiesta la doctora Isora González Roca, especialista en Endocrinología Pediátrica en el Hospital Perpetuo Socorro. No obstante, en el punto de mira de las investigaciones se encuentran el sedentarismo, los malos hábitos nutricionales, la exposición a las radiaciones de las pantallas, el aumento del estrés y los disruptores endocrinos –una serie de sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal–. «El hinojo y el aceite de árbol de té o lavanda son sustancias naturales que pueden alterarlo. También se está analizando el impacto del bisfenol A y los ftalatos, dos compuestos que se encuentran en los plásticos», anota la sanitaria. Otra de las líneas de estudio se centra en descubrir si la contaminación del medioambiente puede afectar de forma nociva al desarrollo puberal.

Ahora bien, ¿qué peso ha tenido la pandemia en el conflicto? En realidad, las repercusiones se extrapolan a diferentes niveles. «Una de las más importantes ha sido la interrupción de la presencialidad en los colegios. Esto produjo cambios en los hábitos de los menores», señala la profesional del citado centro capitalino. En concreto, fue en el período de confinamiento cuando empezó a incrementar la exposición a pantallas –ordenadores, televisores, móviles y tablets– y se produjeron modificaciones en los patrones alimentarios y en los ciclos del sueño. A todo esto hay que sumar el aumento de los problemas de salud mental. «El sedentarismo y la mala alimentación han hecho que veamos más casos de sobrepeso y obesidad en las consultas. Creemos que esto ha influido en que se adelante el paso a la pubertad de algunos niños y niñas», remarca. Y es que existen teorías que respaldan que el crecimiento de la grasa visceral dispara los niveles de las hormonas sexuales, lo que podría explicar la relación.

Los malos hábitos nutricionales y el estrés se encuentran en el punto de mira de los estudios

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Según detalla, lo habitual es que las niñas inicien la primera fase de la adolescencia entre los ocho y los 13 años, mientras que en los niños la franja etaria abarca desde los nueve hasta los 14. «Lo que marca el comienzo del período de transición entre la infancia y la vida adulta en las niñas es el crecimiento mamario, si bien en los chicos es el crecimiento de los testículos. En el caso de las primeras, hay que consultar si se produce antes de los ocho años. En los varones habrá que hacer lo propio cuando suceda antes de los nueve».

Evidencias

Hay que señalar que en el sexo femenino, los cambios pueden ir de la mano de un adelanto de la llegada de la menstruación. Tal y como publicó hace unos días el periódico The New York Times, los estudios realizados han desvelado que desde 1970 «el arranque de la pubertad en las niñas se ha adelantado casi tres meses por década en una decena de naciones». La tendencia es compartida por los varones, pero en estos es menos acentuada. «Lo importante es detectar a tiempo estas alteraciones para evitar problemas en el desarrollo», asevera la doctora.

Pero, ¿a qué pruebas deben someterse los niños y niñas que entren en la pubertad de forma precoz? Principalmente, a una radiografía de la mano izquierda para poder analizar la edad ósea y a una analítica de sangre. En ocasiones, también puede ser necesario realizar una ecografía abdominal y pélvica, además de un estudio hormonal funcional. «En el Hospital Perpetuo Socorro, por ejemplo, llevamos a cabo pruebas endocrinológicas funcionales, que sirven para medir la respuesta de las hormonas encargadas de iniciar la pubertad. Esto, junto con los estudios radiológicos y el criterio médico, desvelará el diagnóstico», apunta la sanitaria.

«Lo importante es detectar a tiempo estas alteraciones», advierte la doctora González Roca

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Las consecuencias de iniciar la pubertad antes de tiempo son varias. Hay que tener en cuenta que los menores afectados sufren una aceleración de la maduración ósea, lo que puede repercutir en la estatura que alcancen al llegar a la edad adulta. De hecho, puede ser menor que la que les corresponde por herencia genética. Otros estudios sugieren que estas personas tendrán mayor tendencia a la retracción social, a experimentar problemas de salud mental como la depresión y a mantener relaciones sexuales a una edad más temprana. «Es muy importante que los padres hablen de este asunto con sus hijos para que no se sientan incomprendidos ni aislados. Lo cierto es que las familias, los profesores y los profesionales de la sanidad debemos estar atentos ante los posibles problemas añadidos que pueden existir en una sociedad en la que los cambios se están produciendo muy rápido», advierte Isora González Roca.

Cabe destacar que a veces es preciso iniciar un tratamiento para frenar el adelanto del inicio de la pubertad y evitar complicaciones. La terapia consiste en la administración de análogos de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) por vía intramuscular, con una periodicidad mensual o trimestral. En algunos casos, recurrir al procedimiento de forma precoz logra que la estatura no se vea comprometida, especialmente en niñas menores de siete años y seis meses. Los pacientes tienen que estar supervisados en todo momento por un especialista y la duración del tratamiento dependerá del criterio médico.

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