La vicepresidenta del Centro de Orientación Familiar de Canarias (COF), María José Ribera, es uno de los miembros que intervienen como coordinadores de parentalidad. Una figura con cada vez más protagonismo en la resolución de rupturas familiares con alta conflictividad. Compartió su experiencia en el seminario ‘Coordinación de parentalidad. Familias de media y alta conflictividad. Balance de la práctica profesional’, que se celebró los días 17 y 18.

La coordinación de parentalidad es una de las principales líneas de trabajo del COF, de hecho días atrás abordaron un seminario sobre esta herramienta. Exactamente, ¿cuál es la labor que se desempeña?

Es una resolución alternativa de conflictos que, por supuesto, no entra dentro de un marco jurídico establecido, sino que entra a través de distintas disposiciones legales desde las cuales los jueces pueden derivar a las figuras que consideren necesarias para resolver los problemas que se encuentran en la aplicación de sus sentencias. Esta figura aparece como un elemento nuevo y llevamos trabajando con ella más de un año y medio y nos hemos formado para ello. Nosotros estamos trabajando en coordinación de parentalidad fundamentalmente en derivaciones judiciales que no llevan esta nomenclatura como tal, sino que se utilizan otro tipo de mecanismos que nuestra intervención vaya derivada hacia esa figura. La coordinación de parentalidad lo que supone es que el juez le requiere a las partes que acudan al COF para someterse a una serie de terapia familiar, terapia para el menor y para los padres, para que ellos puedan resolver sus diferencias. También para adquirir nuevas herramientas dentro del marco de sus funciones como padres y para ayudar a los menores que están imbuidos de forma globalizada dentro del conflicto entre los progenitores. ¿Qué es lo que hace realmente el COF? Cuando recibimos este mandato judicial hacemos las terapias que se indican y normalmente lleva ya contenido en la sentencia la regulación o gestión de lo que es el plan de parentalidad por lo que nosotros intentamos que se regule la vida del menor para que los padres no tengan ningún margen de litigio. El problema es que el conflicto no está en la gestión sino en las emociones, por eso tan complejo.

¿Cómo se aplican estas terapias?

Pues trabajamos desde los hechos y desde las necesidades de los menores. Nosotros entramos a simplemente valorar cuáles son los horarios, son las nóminas de cada miembro de la familia e incluso lo hacemos con familias reconstituidas. En la coordinación de parentalidad al final tienes que hacer un trabajo completamente sistémico con la familia y darle entrada a aquellas personas que están haciendo interferencias o formando parte de la crianza de esos hijos, como pueden ser parejas, abuelas, tíos... Es decir, trabajamos con todos los implicados en la crianza de los hijos. El mandato judicial va referido a los progenitores y a los menores, pero nosotros desde el COF entendemos que hay que trabajar con todos los que participan en la crianza de esos menores, entonces es un trabajo arduo y duro en lo que necesitas hacer trabajos individuales con cada uno de los progenitores para que se ajuste un mínimo común de valores.

¿Cómo se forman para un trabajo tan multidisciplinar?

Hay un documento base para el desarrollo de la coordinación de parentalidad que se generó a partir del primer foro de expertos a partir del cual nosotros hemos hecho un trabajo de equipo. No hacemos la coordinación de forma individual con un solo coordinador puesto que intervienen profesionales como psicoterapeutas, orientadores familiares, mediadores familiares, como es mi caso. Un asunto de coordinación de parentalidad no se resuelve en seis meses ya que es una intervención compleja en la que hay que hacer psicoterapia con cada uno de los miembros de la familia. Lo que sí hacemos en el COF es reunirnos para abordar cada caso, el cual tiene un representante.

Desde su experiencia, ¿cómo diría que está funcionando esta herramienta en Canarias?

Desde mi experiencia le puedo decir que nuestra apreciación es muy positiva. El año pasado atendimos unos 46 casos y aunque no le puedo hablar de resultados estadísticos, sí le puedo hablar de algunos casos en los que yo he intervenido y en los que la experiencia ha sido positiva. Los objetivos que se consiguen son muy enriquecedores para la familia porque pasan de una tiranía por parte de uno o ambos progenitores a una parcela ordenada sobre cómo ser padres y cómo gestionar los intereses de los hijos poniendo el objetivo o la mirada, precisamente, en cubrir las necesidades de los menores. En algunos casos hay padres que cuando hemos terminado nos han dado las gracias porque ven mejoras en sus hijos.

¿Cuáles son los principales problemas que detectan en las rupturas familiares?

Ahora mismo lo que más encontramos es que hay una desautorización entre los padres. Se da unan desautorización perpetua porque ellos no se comunican, entonces hay un cambio de directrices constate porque son distintas en cada casa y eso hace que los chicos estén muy perdidos y que se hagan rebeldes e incluso violentos verbalmente. Porque los chicos caminan solos y se ven con que uno de los progenitores es muy taxativo y el otro un pasota. Con esto lo que hacen es comprar a sus hijos porque ellos mismos sienten que el tiempo que les dan es de poca calidad.

¿Cómo influyen las nuevas realidades familiares?

Lo más característico de estas etapas y de estos casos que estamos recibiendo en la actualidad es la complejidad de los asuntos que tenemos que tratar porque las familias vienen con multitud de problemas que hay que ayudarles a resolver. De hecho, una coordinación de parentalidad de un único expediente puede durar, mínimo, seis meses, pero hemos tenido expedientes que hemos cerrado en 17 y 18 meses.

¿Cuáles son los retos del futuro de la coordinación de parentalidad?

Uno de los retos más importantes es que se defina legalmente. Es cierto que hay argumentos jurídicos legales suficientes a través de los cuales se puede orientar hacia la coordinación de parentalidad, pero también hay que entender que vivimos en un mundo complejo donde si no le ponemos nombres y apellidos a las cosas se nos puede difuminar y yo creo que es algo que necesita una nomenclatura y una regulación específica. Otro de los restos es definir esta herramienta como un trabajo en equipo, que eso es algo en lo que no se ha entrado a trabajar y en esto somos pioneros en el COF.