En la calle Barbieri, 23, del madrileño barrio de Chueca, ha abierto desde hace apenas una semana una peculiar dulcería en la que que solo se vende una especialidad: pollofres. Son los gofres de toda la vida pero con forma de pene extragrande. Tienen un tamaño XXL y los clientes pueden elegir entre diferentes coberturas y topping que añadirle. Solo abren por la tarde, entre las 16:00 y las 23:00 horas, pero parece un horario suficiente de momento porque el ritmo de trabajo es desbordante para los dos jóvenes que atienden al público.

Al frente del negocio está el tinerfeño de 24 años, Pedro Buerbaum, quien pensó darle un giro a la heladería que regentaba una vez que llegara el invierno. Y parece que la idea de servir un dulce más caliente ha triunfado.

Buerbaum es del norte de Tenerife, su familia es del municipio de El Sauzal, aunque señala que "de toda la vida" se ha movido "por la zona de La Orotava y Puerto de la Cruz".

Buerbaum cuenta que no fue la provocación la que le motivó para inaugurar su particular pollería hace una semana. "¿Cómo se me ocurrió abrir La Pollería? Esta es la pregunta que más he tenido que contestar a lo largo de esta semana a amigos, familia, clientes y periodistas que se han hecho eco de la apertura del negocio". Asegura que sigue "sin saber responderla". "Simplemente se me ocurrió. Me pareció una buena idea y Chueca el mejor sitio para desarrollarla. La verdad es que está siendo un pelotazo", asegura.

Pedro Buerbaum desembarcó en Madrid en noviembre de 2018. "Estudié un grado internacional durante dos años en Tenerife, otro en Londres y otro más en Los Ángeles. Pensé quedarme en Estados Unidos para montar una heladería", afirma. "Tenía pensado el modelo de negocio y el local mirado, pero por problemas familiares me tuve que volver para Tenerife, sin embargo al cabo de tres meses la Isla se me quedó pequeña y me vine a Madrid, que aunque está cerca de casa, es una gran ciudad".

Buerbaum añade que "la idea que tenía en Los Ángeles sobre la apertura de una heladería, la desarrolló en la capital de España". Así, en febrero de este mismo año abrió su heladería en el barrio de Malasaña con el nombre Ice & Dreams y funcionó muy bien". Asegura que en la heladería también servían waffels "así que la idea de hacer gofres se desarrolló a partir de aquí". "Era una heladería en la que fabricaban helados con sabores muy poco habituales y se servían rodeados con una nube de algodón de azúcar o un helado negro hecho con carbón dulce", añade.

Así que parte de la culpa de su tremendo éxito actual puede que la tenga su heladería que, con la llegada del invierno y la bajada de las temperaturas, pensó que debía diversificar el negocio", explica. "Decidí servir también gofres" y "pedí a la fábrica china a la que encargo los moldes para hacer los gofres el catálogo que tenían para ver qué formas de gofres podrían interesarme y me pasaron un librito en el que había de todo: ositos, peces, flores y todo tipo de formas que uno se pueda imaginar", comenta. Cuando llegó a la página 19 -recuerda- no pudo evitar sorprenderse: "¡Joder con los chinos!, que hasta tienen en el muestrario gofreras con formas sexuales" entre las propuestas que ofrecía la compañía.

El tinerfeño admite que no tiene formación en repostería ni si quiera había trabajado con anterioridad en el mundillo de los helados, los dulces o los gofres. "Estudié administración de Empresa y nadie de mi familia ha tenido nunca un negocio relacionado con los helados, los gofres o los dulces. Solo fue una idea a la que le empecé a dar vueltas y decidí dar el paso aprendiendo sobre la marcha las recetas y los trucos. Es una cuestión de ensayo y error", revela.

El local aún parece que está vacío, aún sin rótulos en el exterior. Pero el escaparate deja bien claro lo que dentro se sirve. Seis gofres con forma de pene y diferentes coberturas son el reclamo para que este joven tinerfeño junto al único empleado que tiene acaben desbordados ante la afluencia de comensales que por 3,80 euros más 0,50 céntimos por topping que se le añada, pueden degustar estos provocadores dulces.

Así que ya saben, si pasan por el barrio madrileño de Chueca, no duden en visitar la curiosa gofrería que regenta este joven tinerfeño. Que les aproveche.