Desde que en el verano de 2017 las costas de las Islas sufrieran la invasión de extensas colonias de Trichodesmium erythraeum, el empeño de las autoridades políticas se ha centrado en establecer un método eficaz para conocer en qué momento las condiciones climatológicas y del entorno volverán a ser ideales para el crecimiento exponencial de estas cianobacterias. De este afán surge un proyecto de investigación financiado a la Parque Científico y Tecnológico de Las Palmas por el Gobierno autonómico con el que varios equipos científicos saldrán al mar para observar y conocer mejor el comportamiento de estos organismos, para desarrollar un modelo que prediga su aparición.

Lo harán en el transcurso de un año y medio con dos pequeñas embarcaciones que el Gobierno de Canarias ha comprado para la vigilancia y seguimiento medioambiental de las aguas del Archipiélago. Se trata de un equipo multidisciplinar de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), del IRD Francés, del Instituto Español de Oceanografía (IEO), de las universidades de Vigo, Viena y Almería que zarparán cada mes -como mínimo- del sur de Tenerife y Gran Canaria. "Las épocas más calurosas, con más probabilidad de desarrollo de floraciones (blooms), haremos salidas más recurrentes, cada 7 o 15 días", explica Javier Aristegui, coordinador del proyecto. Durante las salidas, los científicos tendrán que estimar las colonias que existen, investigar la actividad metabólica y enzimática de los individuos y realizar estudios moleculares de la cianobacteria a tenor de sus cambios de estado. Asimismo, analizarán los factores que determinan el inicio, desarrollo y colapso de los blooms de estas bacterias. Todo ello para poder sentar las bases de un modelo predictivo que para ser completamente funciona necesitará, no obstante, de una recogida de datos más exhaustiva durante varios años.

En este sentido, los investigadores también deberán recorrer las aguas de Canarias para estudiar la relación que la proliferación de otro tipo de plancton pudiera tener con los vertidos. En el caso de la Trichodesmium erythraeum, se realizaron estudios posteriores a su gran proliferación en 2017 con los que se pudo determinar que no hay ninguna relación entre el bloom y los vertidos. Porque la vida de Trichodesmium erythraeum, también conocida como el serrín del mar, es mucho más cautivadora de lo que parece cuando invade las playas. Porque no nos engañemos: oler a huevo podrido, liberar todo tipo de compuesto orgánico y teñir el agua de rojo, no es atractivo. Sin embargo, esta situación tan solo ocurre al final de la vida de esta cianobacteria y forma parte de su "muerte programada". Este tipo de microalgas es capaz de proliferar gracias a su capacidad de fijar el nitrógeno gas (N2) que encuentran en el océano. Normalmente viven en los primeros 100 m de la columna de agua y se agregan en la superficie cuando encuentran frentes oceánicos. Sin embargo, al concentrarse en superficie, el estrés producido por la luz solar y el propio oxígeno que producen al aumentar la fotosíntesis, les lleva a un proceso de "muerte programada", donde se desnaturaliza el ADN.

Las microalgas también son "bombas biológicas que ayudan al secuestro de carbono". Al morir los blooms en superficie, las colonias se hunden hacia el fondo del océano, transportando carbono orgánico fruto del dióxido de carbono fijado en fotosíntesis. En profundidad, las bacterias degradan las células en descomposición transformando de nuevo el carbono orgánico en dióxido de carbono que quedará secuestrado en el fondo durante cientos de años.

La hipótesis con la que trabaja el equipo de Arístegui es que estas cianobacterias podrían ser de gran utilidad para el mantenimiento de la productividad de ecosistemas marinos, porque en su lecho de muerte, "las trichodesmium exudan una gran cantidad de compuestos orgánicos, que ayudan al desarrollo de fitoplancton sirve de alimento para crustáceos, siendo estos ingeridos por peces".

Aún es una hipótesis de trabajo, pero Arístegui considera que, si aumentaran estas proliferaciones en un futuro debido al cambio climático, podrían compensar la pérdida de ecosistemas".