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BARRIO A BARRIO | Anaga

Vecinos de Anaga conquistan internet

Medio centenar de residentes de entre 19 y 71 años se forman en las nuevas tecnologías

Uno de los grupos de participantes en los cursos para sortear la brecha digital. E. D.

Residentes del Parque Rural se han familiarizado en tres meses con ratones de sobremesa, con la nube -y no la lluvia horizontal-. Ahora tienen correo electrónico, redes sociales y firma digital.

Durante el confinamiento falleció la abuela de un compañero de Roberto Fuentes, uno de los directivos de la empresa Biejvel. Transcurrieron tres días desde el fatal desenlace hasta que se enteró su nieto. De haber tenido habilidades con las nuevas tecnologías, se podría podido haber comunicado con su nieto. Fruto de esa situación, vivida el año pasado, Roberto se planteó la necesidad de poner en marcha una experiencia para formar en el mundo de internet a aquellas personas con menos destreza para ayudar a romper la brecha digital. Surgió así el proyecto Mujeres Rurales, Mujeres Digitales, que dada la demanda también de varones se amplió a los hombres también y se presenta como Tenerife Rural y Digital.

Roberto planteó al Distrito de Anaga el desarrollo de esta primera experiencia que ya se extiende por otros lugares de la geografía insular. «El objetivo final de Anaga Rural, Anaga Digital ha sido el dotar de independencia a nuestros mayores. La edad media de los talleres han sido los 55 años, que baja gracias a la participación de residentes muy jóvenes de la zona de Taganana», explica la concejala del distrito, Inmaculada Fuentes.

El promotor de la iniciativa reconoce que propuso este proyecto en el distrito de Anaga a sabiendas de que se trata de un distrito que cuenta con población envejecida y aislada, por lo que romper la brecha digital les incrementaría la calidad de vida.

Aunque inicialmente se inscribieron sesenta y dos personas, finalmente culminaron con éxito la formación cuarenta y cinco de la mano de tres profesores; junto a Roberto Fuentes, dos ingenieros informáticos. Uno de ellos imparte clases en un instituto y otro es doctorando. Para acercar la formación, se habilitaron tres sedes: Roque Negro, Taganana y San Andrés, en una formación que se programó en un total de doce semanas en total, con dos clases a la semana, cada una con una duración de dos horas.

«Muchos de los participantes no había tocado nunca un ordenador de sobremesa, ni sabían lo que era un ordenador. De hecho, la primera clase se centró precisamente en que los asistentes tocaran todo el soporte informático que pusimos a disposición de ellos».

«En estas clases han aprendido desde lo más básico –como reconocer las partes del ordenador– a manejar un ratón, hasta gestionar archivos en la nube con multidispositivo, crear su cuenta en Gmail, utilizar los medios de comunicación más útiles como abrirse sus propios perfiles o cuentas en las redes sociales», explica Roberto.

«Los participantes dejaron atrás el miedo a tocar una techa y hasta tienen firma digital»

Roberto Fuentes - CEO de Biejvel

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Alumnos de hasta 73 años

Tanto el distrito de Anaga como el profesorado celebra el interés mostrado durante el curso que se desarrolló durante tres meses, al que asistió un alumnado de una edad media de 55 años.

En las aulas habilitadas en Roque Negro y San Andrés la mayoría de los asistentes tenían entre 55 y 70 años, si bien las edades en el caso de Taganana oscilaban entre los 19 y los 69. Roberto precisa que este pueblo fue donde se rebajó la edad media gracias a la incorporación de jóvenes que, aunque tenían más conocimientos en informática, ya precisaban de apoyo para avanzar a la hora de subir documentos a la nube o crearse la firma digital.

Hasta hace unas semanas, muchos usuarios tenían móvil pero ni se habían descargado la aplicación de whatsapp en su terminal móvil porque no sabían ni por dónde empezar; algo similar ocurría con los correos electrónicos, pues muchos no tenían creada la correspondientes cuenta.

Desde el curso de Tenerife Rural y Digital se ofertó a los usuarios familiarizarse en los sistemas operativos más usados y disponibles, caso de Windows y Android, ajustado a las características de los dispositivo de los asistentes al curso. Lo más llamativo, tenían el soporte pero no sabían cómo funcionaba. Roberto destaca el interés de los participantes por avanzar en la adquisición de los conocimientos, por lo que es categórico a la hora de asegura que la formación ha concluido con gran éxito, tanto en esta experiencia pionera como para los propios participantes.

«Nos tenemos que poner al día porque hoy todos los trámites se hacen por internet»

Silvia Díaz - Vecina de San Andrés (62 años)

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Silvia Díaz, 62 años, de San Andrés: «Mi nieta es la que más me ayuda».

Esta vecina de San Andrés, integrante de la Asociación de Mujeres Ágora del pueblo marinero, cuenta que ella se incorporó al curso para sortear la brecha digital con algunos conocimientos básicos. «Acudir a las clases me ha permitido ratificar lo que sabía y avanzar en las posibilidades de poner instalar aplicaciones en el móvil», explica.

A sus sesenta y dos años, Silvia a dedicado gran parte de su vida a trabajar en la limpieza, una tarea que ha combinado también con las tareas propias del campo. «Tengo un terrenito y aprovecho para atenderlo para autoconsumo», cuenta.

Casada, con dos hijos y tres nietos, asegura que la niña de 14 años «que es más pizpireta es la que más ayuda cada vez que tengo una duda», comenta con admiración. Antes se decía que los niños venían con un pan debajo del brazo y desde comienzos del siglo XXI parecen que ya vienen con la destreza del mundo digital, parece admitir en la conversación.

Aunque en el curso la instruyeron en el manejo de ordenadores y móvil, ella afirma que se gestiona más con su terminal telefónico. «Tal vez para la gente que no tiene tanto conocimiento es insuficiente un curso de dos horas dos días a la semana durante el mes que duró», explica, para agradecer la entrega y la capacidad de explicar del profesorado. «Ya le hemos pedido al distrito que amplíe este tipo de curso y con más tiempo».

«El curso se impartió dos veces a la semana durante dos meses; ojalá fuera más tiempo»

Goya Alonso - Vecina de Afur (73 años)

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Goya Alonso, 73 años, de Afur: «El curso debería durar seis meses».

La dirigente vecinal de Afur también secundó este curso; «yo no iba por aprender, sino por participar, para que hubiera más gente; aprendí a apagar y encender el ordenador», cuenta con humor, como si de una proeza se tratara. Admite que si no se maneja más con el móvil es porque su hijo la tiene aconsejada a que no se meta en el mundo del whatsapp por la cantidad de personas que la conocen. Celebra el éxito del curso, pero reclama una duración de seis meses, o que en vez de dos días a la semana se impartan tres. Gracias a la experiencia desarrollada por Roberto en el distrito de Anaga, el parque es rural y un poco más digital.

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