Opinión

Yaiza Afonso Higuera

Muchas mujeres posibles

Monumenta, nueve encarnaciones guanches de Yapci Ramos

Monumenta, nueve encarnaciones guanches de Yapci Ramos / Monumenta, nueve encarnaciones guanches de Yapci Ramos

Me gusta rastrear a las mujeres cuando visito museos. En los dedicados a las bellas artes, las mujeres suelen estar retratadas, pero resulta complejo verlas como autoras. En el Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife destacan los bellos cuadros costumbristas de José Aguiar en los que las mujeres portan frutas, leche, cerámicas o cuidan a bebés. En las salas museísticas dedicadas a la historia de la humanidad sucede algo similar. El espacio de las mujeres se suele limitar a perpetuar un papel secundario en el que nosotras estamos en los márgenes. En las calles suele ocurrir lo mismo, nuestra representación es excepcional tanto en el callejero de las ciudades como en las esculturas que adornan pueblos o rotondas. Las mujeres somos creadas a través de las miradas de los hombres, construidas por sus pinceles.

Tuve la suerte de escuchar a Marga Sánchez, catedrática de Prehistoria en la Universidad de Granada, hablar sobre las mujeres en la prehistoria. Ella explicó cómo el sesgo de género de los primeros arqueólogos en el siglo XIX construyó un relato previo a los hallazgos. De este modo, cuando se encontraban enterramientos de personas con armas o símbolos de poder eran designados directamente como hombres. También atribuyeron la creación artística a los hombres, delimitando la actividad de las mujeres al campo reproductivo y de los cuidados. Pero las mujeres también tenían poder, cazaban, guerreaban y eran creadoras. Las investigaciones genéticas han cambiado esta visión sesgada de la historia en la que nosotras no pintábamos nada.

Las investigaciones arqueológicas referentes a la historia de Canarias han estado marcadas por este sesgo de género en el que las atribuciones son previas a los descubrimientos. De esta realidad conversé con la arqueóloga Nona Perera que me comentó cómo la división sexual del trabajo trazada previamente, sigue siendo una constante en la investigación canaria. Muchas de las mujeres prehispánicas las conocemos como princesas frente a menceyes y guanartemes.

En el caso de los museos, la representación iconográfica femenina está relegada a un segundo plano y a una serie de actividades como la alfarería o los cuidados. Esta representación sesgada se traslada también a los monumentos en la calle. En la plaza de la Basílica de Candelaria podemos acercarnos a los guanches; menceyes fuertes y guerreros que custodian a la virgen. En ella, no existe ni rastro de las madres que parieron a estos guerreros, de las mujeres que acompañaron en la lucha, de las que grabaron en las piedras o de las que cuidaron para perpetuar la especie. Las mujeres son despojadas de los monumentos. En este sentido, me encantó la exposición Monumenta de Yapci Ramos en la que construyó un nuevo relato de lo antiguo desde lo contemporáneo. Creando una imagen palpable del papel de las mujeres indígenas, dando importancia vital a lo reproductivo pero además, otorgando nuevos papeles posibles que nos permitan, a las mujeres de hoy, sentirnos en primer plano de la historia. Los prejuicios androcéntricos han sepultado a las mujeres en lo doméstico e impedido, en muchos casos, ahondar en nuevas percepciones.

Somos las mujeres de ahora las que abrimos el paso a las mujeres de antes, las que tratamos de quitar el velo, observar el tiempo de trabajo en sus manos, la creatividad en sus arrugas, los sueños de sus cabezas, la habilidad en sus pulsos… Somos aquellas mujeres reconstruidas en ropajes del SXXI las que navegamos en busca de otras verdades. Necesitamos observar a las mujeres guanches, majas, auritas, canarias, bimbaches y gomeras en todas sus dimensiones. Desvelar en ellas la creación y la cultura, e inspirarnos para que nosotras podamos seguir siendo hoy muchas mujeres posibles.

@yaizaafonsossp