Opinión | SANGRE DE DRAGO

Juan Pedro Rivero González

No sigamos en las nubes

Archivo - Cielo con nubes altas.

Archivo - Cielo con nubes altas. / EUROPA PRESS - Archivo

Aquellos niños despistados que se entretenían mirando a los celajes mientras el profesor intentaba explicar la lección recibían, de vez en cuando, aquel alegato irónico de «Fulanito, estás en las nubes». Tal vez era el aburrimiento de una explicación poco motivante, o el exceso de imaginación lo que impedía que la atención estuviera centrada solo en las explicaciones y garabatos de la vieja pizarra. Estar en las nubes era la manera de describir que nuestro consciente estaba fuera de la realidad inmediata.

Ahora todos tenemos documentos en la nube. Tal vez algunos tengamos todos nuestros documentos en la nube accesibles desde cualquier ordenador o soporte inalámbrico que hace que llevemos nuestro despacho en el bolsillo y tengamos acceso a todo un mundo bibliográfico desde nuestro terminal telefónico. Estar en las nubes ya tiene otro significado bendecido por el despliegue de la digitalización tecnológica. Entonces era algún muchacho en algún momento; ahora somos todos y en cualquier momento que podemos estar y usar los recursos subidos a la nube para salvar nuestras actividades.

Lo real no se contrapone a lo virtual, se complementa. Los libros se publican de manera física o de manera digital. No cabe duda del extraordinario aroma de un libro físico, con su olor a pale y tienta al acariciarlo con nuestras manos. Pero eso son, inevitablemente, experiencias complementarias a la digitalización de las fuentes de conocimiento a las que tenemos acceso actualmente. Añorar es normal, pero el empuje de la digitalización es imparable y nos debemos adaptar, asumiendo que hemos cambiado la escritura cuneiforme sobre tablillas de barro a la tinta sobre papiro, sobre papel, a la multiplicación de documentos con la imprenta y su tipografía. Todo cambia, y a nosotros nos toca ver este cambio hacia la digitalización. Imagino a los románticos del siglo XVI añorando los incunables escritos por las diestras manos monásticas con copias de las obras clásicas, al hojear ahora los libros impresos. Ahora nos bajamos de la nube los textos más variados y útiles en cualquier momento.

Cualquier institución social que se precie tiene una página web alojada en esa nube virtual en la que la realidad coexiste con la física. Y casi podemos encontrar, si buscamos bien, cualquier cosa que nos despierte la curiosidad. Hay un comercio de ventas y compras en la red; podemos obtener un pasaje de avión o alquilar un coche; podemos hacer la compra en un supermercado o bajarnos nuestra vida laboral; podemos simular nuestra cotización y posible pensión o leernos el programa de cualquier partido político para las próximas elecciones generales.

Pues no tenemos disculpa de desconocer las cosas. Y no podemos estar en las nubes –como niños despistados que no atienden al maestro–, pues tenemos acceso a lo que prometen aquellos que se presentan a las próximas elecciones del 23 de julio. Si buscamos sus propuestas electorales, las podemos obtener, leer, subrayar y que nos sirvan de materia de reflexión.

También Cáritas Española ha publicado sus sugerencias y propuestas para que los partidos políticos las puedan tener en cuenta de cara a las próximas elecciones. Están en la nube. Podemos entrar en cualquier buscador y pedir las «Propuestas políticas de Cáritas española para las próximas elecciones generales del 2023». Y allí, en la nube, descubrir lo que se pide para que la persona esté en el centro de la acción social y política de quienes administren la cosa pública.

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