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María espera, en el día de su boda, sin saber que han asesinado al que iba a ser su futuro marido.E. D.

A propósito de la publicación del cómic ‘Mararía de Rafael Arozarena’ de Eduardo González

La publicación de un libro crea expectaciones a veces difíciles de explicar. En el caso que nos ocupa, el cómic Mararía de Rafael Arozarenade Eduardo González, creo que es así. No por casualidad estamos ante un gran autor de cómics y un gran escritor.

El magnífico resultado del trabajo de Eduardo González bien merece ciertas reflexiones, que surgen desde la ignorancia sobre lo que rodea al cómic pero también desde la curiosidad hacia ese mundo que por otra parte ha evolucionado hacia unos espacios tan amplios, al menos a mí me lo parece, que no acierto a vislumbrar los límites si es que existen.

El tiempo es un factor a tener en cuenta en la evolución del cómic.

Hay autores y críticos que apuntan a que los inicios del cómic tienen muchos referentes a lo largo de la historia. Se remontan a la prehistoria. Por empezar en algún momento, empecemos por las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira. Se ha hablado también de los capiteles que rematan las columnas en el arte románico, por ejemplo. En cada capitel hay una escena, esculpida en piedra. Y los Beatos, esos códices manuscritos que aparecen ya en el siglo VIII en los que aparecen comentarios e ilustraciones al libro que escribió Beato, monje del monasterio de Santo Toribio allá por el año 776. Aquí el texto y la imagen vienen en el mismo soporte. Los diseños en los códices se realizaban seguramente poniendo el pergamino u otro material similar, sobre tablas de cera. Para el paso al ordenador con el que actualmente se trabaja, quedaban unos pocos años. En El infinito en un junco de Irene Vallejo encontramos el camino.

Tuve conocimiento a mediados del año pasado que se había publicado el cómic Goya. Saturnalia, en Cascaborra Ediciones. Y sabía que el cómic Mararía de Rafael Arozarena, en Ediciones Idea, estaba casi, casi en imprenta. Así que la curiosidad por conocer el referido a Goya me hizo comprarlo inmediatamente. Las casualidades (o lo que sea) a veces existen. Y la casualidad quería que tanto el referido a Goya como el referido a la novela de Rafael Arozarena, Mararía, se publicaran en el mismo año 2022. Y siendo dos cómics distintos en su tema, los dos son muy buenos. Las comparaciones no sé si son odiosas o no. Sé que en numerosas ocasiones son necesarias. Y en la vida cotidiana no hacemos otra cosa que comparar.

La atracción y dramatismo que tiene la figura y la obra de Goya y la fuerza y el dramatismo que tiene la novela de Arozarena, se ven reflejados en los dos cómics a los que hacemos referencia. La sorpresa y la ventaja para mí ha sido que en el cómic sobre Goya, tanto en el prólogo, El Torres, como en el epílogo, Álvaro Pons, vierten opiniones sobre el cómic y el trabajo de sus autores que yo no acertaba a plasmar en referencia al trabajo de Eduardo. Así que las utilizaré en estas reflexiones.

En el prólogo de Goya. Saturnalia, El Torres (Juan Antonio Torres) escribe en referencia a los autores Manuel Gutiérrez y Manuel Romero: «… Se han acercado al coloso, armados con las armas del tebeo, y, por qué negarlo, con la mirada de la poesía visual y escrita… Y luego han sabido enfocar poéticamente la historia… Integrar la poesía en un tebeo es complicado, porque entramos en ese terreno resbaladizo donde la imagen, la palabra y la secuencia se confunden y se convierten en algo único. Algo que solo se puede hacer en los tebeos, algo que muchas veces se intenta por mucha gente y que resulta en muchos fracasos. Y los autores no es que solo salgan airosos, es que han conseguido algo único».

He querido traer estas líneas aquí porque no se me ocurren otras mejores para definir la obra de Eduardo. También su obra destila poesía, y tengo la certeza de que además de autor de cómics es un gran poeta.

La pasión creadora, innata en Arozarena, se convierte en una necesidad que durará toda su vida. Esa pasión la encontramos en su novela Mararía. Y a manera que el crítico Álvaro Pons en el Epílogo del cómic citado Goya. Saturnalia con respecto a Goya habla de la necesidad de expresar «yo lo vi» para transformarlo en «yo lo viví», podemos decir lo mismo de Arozarena. El vio a María la de Femés, pero además vivió lo que pasaba en Femés. Y María la de Femés saldría de su mente convertida en Mararía. Y con igual fuerza creadora de la mente de Eduardo nació el cómic después de leer la novela.

Volviendo a las comparaciones, me ha ocurrido que tanto la Mararía de la portada del cómic como en el interior (págs. 50 y 51) he encontrado imágenes que mi mente las ha asociado a cuadros de Chagall. Y no sé qué extraños vericuetos me han llevado a ello. La imagen que de Mararía hay en la portada del cómic y en las páginas antes citadas, me transporta a la atmósfera que encuentro entre otras obras en La virgen del pueblo. No tengo respuesta, aunque me gustaría que esos hilos invisibles que a veces conectan unas ideas con otras, sean originados porque a Chagall se le conoció como el pintor poeta. Arozarena que era un gran admirador de Chagall, era poeta pero también pintaba. Y se ha dicho que Eduardo es autor de cómics y poeta. El círculo acaso podría cerrarse.

Al inicio se ha hablado de expectativas ante la publicación de un libro. Sin duda fueron muchas. El resultado no ha defraudado.

En el centenario del nacimiento de Arozarena y el 50 aniversario de la publicación de su novela Mararía, un lujo el cómic de Eduardo González.

Enhorabuena Eduardo.

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