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Luis Ortega

gentes y asuntos

Luis Ortega

Artesanía

Pleno del Cabildo de Tenerife, 28/10/2022 Andrés Gutiérrez

Después de varios años de ausencia, Santa Cruz recuperó su pionera y popular feria de artesanía, antes de España y América y titulada ahora tricontinental por la amplia presencia africana. El recinto del ínclito Santiago Calatrava, que envejece con premura y apaños, como todas sus aparentes, fugaces y caras frivolidades, acogió una muestra heterogénea en la que el sector más inquieto, el artesanado insular, mostró sus típicas labores en paridad con las delicadas y valiosas piezas indianas, y con una representación del continente vecino que incluyó el primitivo expresionismo de las máscaras y las exigencias refinadas de la orfebrería.

Las primeras ferias tuvieron una sede circunstancial – una fábrica de tabacos abandonada – y una acogida cálida que se reveló en el tratamiento de los medios, la asistencia de público y el volumen de ventas, que satisfizo a la organización – también el Cabildo de Tenerife, como en esta edición – y a los participantes que reconocieron sorprendentes éxitos de ventas

En los primeros días de noviembre, la planta noble del ferial se convirtió en un escaparate de los ingenios y utilidades logradas por el eterno idioma de las manos de una treintena de países, y con las particularidades canarias enseñadas a nivel insular y en casetas propias

brió el espacio un sorprendente frontal con docenas de máscaras africanas y americanas – las europeas tuvieron un alcance anecdótico – que reflejaron contextos sociales y culturales diversos, credos y miedos enfrentados y resueltos como símbolos simples y complejos. Esa doble condición – la sencillez y la ornamentación excesiva en pos de la trascendencia – es, sin duda, uno de sus primeros valores; y puede revelarse en un mismo grupo étnico o región. Por ejemplo, ciertas caretas de Gabón observan la magra y valiente rusticidad que conmovió al gran Picasso; y, también, el críptico poder de sugestión que, según el genial Guillaume Apollinaire, ejerció sobre las primeras y grandes vanguardias del siglo XX.

Junto a estas representaciones del inconsciente colectivo e individual, y de los frenos y metas de las distintas culturas, la Exposición Tricontinental de Artesanía, si bien con lógica modestia inicial, entró en los ámbitos de las manifestaciones autóctonas de los pueblos – como siempre Iberoamérica gobernó este capítulo – y, aún con notables ausencias, contemplamos trabajos en las que perviven las técnicas y estéticas propias y manufacturas donde el fascinante mestizaje proporciona logros ambiciosos y gratos

Y en ese punto citamos las pinturas y esculturas de los talleres de Cusco, cuyos autores, al igual que sus antecesores, se permiten licencias frente a la rigidez de los dogmas y, en esa vulneración, los personajes cristianos adquieren más crédito humano e, incluso, más potencia catequética.

En el entorno americano, los pabellones abundaron en los textiles y en el capítulo de la orfebrería cara y de la libre bisutería, con algún rasgo indiano; la marroquinería y cerámica también buscaron complicidades, tanto con la memoria como con la funcionalidad. y tuvieron, según comentaron algunos artesanos buena aceptación entre el numeroso público que durante toda la semana acudió al certamen.

La muestra incluyó útiles complementos como los stands insulares con actividades en vivo, como la seda palmera, el punto de aguja y los bordados, los productos de la gastronomía isleña y también una sección dedicada al Carnaval de Tenerife

Aplaudimos el rescate de esta actividad, que tuvo hace años una valiosa proyección y que, potenciada y vertebrada con criterios didácticos e, incluso, comerciales, puede ser un valioso puente anual de las culturas atlánticas en un enclave estratégico y en unas horas donde la globalización es la mejor herramienta para la paz y el desarrollo amenazados.

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