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Rafael Dorta

Crónicas de la Revo-ilusión

Rafael Dorta

Volver a lo sólido

Un comercio en la calle Castillo de Santa Cruz de Tenerife. | | E.D. José Domingo Méndez

Tras la pandemia y la guerra en Ucrania, regresa el orden marcado por la defensa de un Estado fuerte. Este repliegue hacia el proteccionismo favorece un proceso de desglobalización, en el que cada nación vela por sus propios intereses, especialmente en lo que concierne al control de su planificación económica y, sobre todo, a los sectores estratégicos, como la necesidad de relocalizar industrias y producir alimentos, energía y armas. Del mismo modo, en Europa se priorizará el consumo interno frente a la excesiva dependencia del comercio con el exterior. Entramos en un nuevo escenario que se irá poniendo de manifiesto a medida que se recrudecen las consecuencias de la crisis energética, la ralentización en el transporte de mercancías, y la temida estanflación (recesión + inflación). Pero es que, además, se comienza a vislumbrar un cambio de tendencia respecto de los graves riesgos que conlleva jugar a la economía financiera, esos desastres llamados productos derivados, que acaban en rescates por parte de los bancos centrales que tiran de las arcas públicas, cuando la economía real es la que aporta prosperidad, un mercado interior sólido, salarios decentes y, por tanto, mejores condiciones para mantener la estabilidad. Cuando tenemos miedo, nos acordamos de lo que nos recuerda a lo sólido, en un contexto de gran incertidumbre y aumento de la desigualdad social y económica. Las clases medias acumulan odio a raudales, y es en este caldo de cultivo donde nacen los nacionalismos con apellido fascista, bajo la amable autorización de una ciudadanía que anhela volver a reconocer el mundo en el que vive. Ahora, situemos la mirada sobre nuestra tierra canaria y pensemos cuánta producción local nos hace falta para sobrevivir, cuántos recursos propios son necesarios, dónde ponemos el límite al aumento de población, cuánta autonomía política debemos conseguir, en un Occidente que vuelve a la solidez del sálvese quien pueda.

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