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Jorge Bethencourt

El recorte

Jorge Bethencourt

Fiebre de urna

Fiebre de urna JOSE

Ya lo decía Asterix. Están locos estos romanos. No saben ni contar las cabras que entran por las que salen. Casi todos los organismos independientes andan con los pelos de punta, como si hubieran metido los dedos en un enchufe, mirando los presupuestos del Gobierno de España y las repúblicas independientes autonómicas. Que son, para abreviar, un descojone.

Como resulta que la inflación ha disparado la recaudación de impuestos y hay dinero fresco de los fondos europeos, los gobiernos están haciendo la cuenta de la pata, con champán y caviar, para aumentar el gasto público del año próximo, que es año electoral y hay que echar la casa por la ventana. La maquinaria de pagar favores y colocar al prójimo se ha puesto en marcha. ¡Más madera, que es la guerra! Y el tren avanza entre nuevos asesores, campañas de imagen y medios engrasados, quemando hasta los sillones de cuero recién comprados.

El problema es que vamos de cabeza a una recesión económica. La crisis energética, de materias primas y de combustibles, se aproxima como un tren de mercancías al corazón de Europa. Y no hablemos de la jodida guerra de Ucrania y de sus consecuencias. Convertir ingresos efímeros, anómalos y extraordinarios en gastos estructurales y consolidados es algo que no se le ocurre ni al que asó la manteca. Pero está visto que en la España contemporánea el recetario político es capaz de producir mentecatos sin cuento.

La ortodoxia keynesiana dice que cuando las cosas van mal hay que gastar más dinero público. Pero hasta Keynes, que fue uno de los pocos economistas que murió rico, nos estaría gritando que hay que poner la pata en el freno. Porque los gastos y fastos públicos no se pueden sostener. Porque están empobreciendo a las clases medias, disparando los costos laborales y cargándose el consumo. Porque están alimentando al monstruo de la inflación echando paletadas de dinero sin cuento justo en donde no hay que echarlo.

La presidenta de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal ha dicho en el Congreso que los presupuestos de España para el próximo año son el cuento de la lechera. Que establece ingresos que no se van a dar y gasta más de lo que se va a tener. No le harán ni puñetero caso.

Los políticos en el gobierno tienen fiebre de urna, que es como la fiebre del oro, pero a temperatura de fusión de las neuronas. No les importa. Cuando entremos en quiebra técnica, cuando la deuda nos coma por las patas y la economía productiva entre en el coma al que se dirige, nadie recordará nada. Los pueblos, como los peces, no tienen memoria. España va camino de la ruina pero, qué coño, vamos a disfrutar de lo que dure.

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