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Francisco Pomares

Un día normal y corriente

Un día más el de ayer, un día normal y corriente en el pequeño mundo de la política regional, aunque –eso sí– bastante completito. Por ejemplo, ayer se supo que el presidente del gobierno, Ángel Víctor Torres, fue citado para declarar –como testigo- en el caso mascarillas. En realidad eso entra dentro de la más absoluta normalidad, y con normalidad se lo tomó el presidente cuando le preguntaron por el asunto: «Lo importante es que se recupere hasta el último euro», dijo. Una respuesta bastante normal, anodina, diría yo, que obvia el hecho de que recuperar los cuatro millones de dinero público estafado es prácticamente imposible, porque los responsables de momento señalados por esta triste historia, carecen de recursos para poder hacerle frente a la devolución del dinero extraviado. Si la justicia encuentra responsabilidades más allá de las que hoy intuimos, otro gallo nos cantaría. Pero que exista una estafa no implica (necesariamente) que el Gobierno o alguno de sus miembros sea directamente responsable. Aún así, la impresión es que en el entorno del presidente esta citación –absolutamente normal, cuando existen evidencias de que Torres conocía la compra– ha puesto a todo el mundo muy nervioso. Tanto como para provocar una chocante nota de prensa de la oficina de comunicación del TSJC, reconociendo la existencia de esa citación –que a primeras horas de la mañana se presentaba en forma de rumor interesado– y aclarando con cierto enfado que en esta fase del procedimiento la información no es pública, y está reservada a las partes. Que yo recuerde, es la primera vez que desde la oficina de comunicación del poder judicial en Canarias se recuerda a los periodistas que el procedimiento penal tiene una fase reservada, algo que –dicho sin ánimo de ofender a nadie– a los periodistas siempre nos ha importado un mojón. Porque existe jurisprudencia para parar un tren de cercanías enteramente cargado de notas de prensa, que advierte que en estos casos prevalece el derecho a la información sobre la obligación de preservar la reserva.

Pero una anormal excitación por haberse filtrado una decisión judicial que tuvo su precedente con la solicitud de información cursada en julio a Presidencia, y que desde entonces había permanecido celosamente silenciada, no cambia la apacible normalidad de la jornada.

Como tampoco la cambia la esperada salida de tiesto de los representantes de Podemos en el Cabildo de Tenerife, que han anunciado su ruptura del acuerdo de apoyo exterior a Pedro Martín a cuenta de su decisión de no intervenir para paralizar las obras de Cuna del Alma, esa perfidia de proyecto que parece no gustar a nadie pero que nadie se atreve a parar, probablemente porque hacerlo provocaría ser imputado por prevaricación. Los consejeros de Podemos en el Cabildo no parecen entender que las leyes están para cumplirlas, y que lo que pudo paralizarse de Cuna del Alma se paralizó ya. Más o menos un dos por ciento de la afección de la obra al territorio. Por lo demás, normalidad: «El nivel de deslealtad y oportunismo de Pedro Martín es simplemente lamentable», han dicho los dos consejeros podemitas del Cabildo, mientras anuncian que ahora pasan a la oposición, donde –por cierto– no han dejado de estar nunca ni un minuto, a pesar de que sólo ahora lo explicitan públicamente. Pedro Martín ha gobernado estos tres años sin más apoyo que el de Enrique Arriaga, haciendo equilibrios para no provocar a sus casisocios morados, no fuera a ser que le hicieran la pirula. Eso es lo normal en política: no provocar a los que necesitas.

A quien no necesitas, si puedes leerle la cartilla: Rosa Dávila y María Australia Navarro presentaron ayer el documento que explica por qué votaron en contra del amañito parlamentario por el que a la nueva Nueva Canarias se le devuelve el dinero que tuvo que devolver la vieja Nueva Canarias… Los del partido antes conocido como Nueva Canarias andan muy ofendidos por la traición de sus hermanos en el nacionalismo, incluso amenazando con sorpresas municipales.

Todo absolutamente normal y corriente. Y es que ya falta apenas medio año para que empiece la campaña electoral. Lo que procede ahora es que se acaben los paños calientes y las contemplaciones. Y que al happy flowers que ha sido la política regional canaria se le agríe la miel. Ahora van a salirle imitadores a la diputada Espino de debajo de los acolchados escaños. Eso es lo que va a ser nuestra normalidad en los próximos meses. Ya lo verán.

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