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El gran error de Francis Fukuyama

Fukuyama, politólogo norteamericano de Harvard, ha sido Director Adjunto de Planificación Política en el Departamento de Estado y en 1992 publicó El Fin de la Historia y el último hombre que fue traducido a 20 idiomas considerándose como la gran piedra filosofal dentro del mundo del pensamiento y de la evolución social que va mas allá del hegelianismo , dejando, asimismo, atrás el marxismo. Habíamos entrado en la era de la gran felicidad ya que para este politólogo el fin de la historia significaría el fin de las guerras y de las revoluciones sangrientas y que los hombres colmarían sus necesidades a través de la actividad económica sin arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas. O sea estaríamos no en «el eterno retornonietzscheano» puesto que la historia se pararía, habría una detención y una situación no cíclica que desembocaría en un periodo estable. De tal forma que el capìtalismo y las democracias liberales eran la tesis y un sistema alternativo: político, económico y social (el comunismo) era su antítesis.

Lo cierto es que Fukuyama desde la fecha, 1992, en que publicó su magna obra hasta hoy se equivocó en sus predicciones ya que no se cansó de manifestar que el comunismo y los totalitarismos serian derrotados y el paradigma que aparecería con fuerza y pujanza seria el despliegue de las banderías liberales. Lo que visto desde la perspectiva y realidad actual no deja de ser algo grotesco en una dinámica mundial que en nada se pareció ni parece a lo que el nos intentó convencer.

Antes que nada hay un principio en historia que nos informa que muchas veces sucede lo inesperado, y precisamente desde el años 2020 hasta hora la sociedad occidental, gran parte de esa sociedad liberal que encumbra, ha estado y continua flagelada por una pandemia que puso a esta sociedad al pie de los caballo, a los pies del poder comunista-capitalista de China que fue la que no solo trasmitió en origen el virus covid-19 sino que era el país que estaba preparado para hacerle frente con todos los dispositivos que se tenían en aquel momento desde una simple mascarilla a un respirador; , pandemia que trastocó el orden establecido y ocasionó patologías colaterales de alta preocupación sanitaria originadas precisamente por el confinamiento y la pérdida de oportunidades en puestos de trabajo y planes de vida que se fueron al garete. Y apareció ( a partir de esa fecha, 1992) por citar algún que otro conflicto, el asedio Dubrovnik, golpe de estado en Azerbaiyán, guerras civiles afgana, georgiana, mozambiqueña; guerra de Croacia, Bosnia, guerras yugoeslavas, repartición de Bosnia y Herzegovina. Y no digamos del gran conflicto ruso-ucraniano que no se sabe como podrá terminar; si es que termina. Entretanto EEUU, China y Rusia a pesar de la guerra fría seguían mirándose de reojo sin cesar en sus pruebas nucleares y ya hoy, el mundo está armado con un sinnúmero de cabezas nucleares dispuestas ha mandar al planeta al ostracismo..

Pues bien la influencia de Fukuyama no ha dejado de ser patente en los foros a donde acude y de los libros que ha continuado escribiendo (Identidad. La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento).Pero de aquel defensor a ultranza del liberalismo aprovechando su influencia ya ha abandonado su ambiciosa matriz de neoliberalismo como el paradigma indiscutible para dar un viraje y hacerse identitario. Pero por la vía del resentimiento. Enfatizando que la política de la identidad abarca una gran parte de las luchas políticas del mundo contemporáneo desde las revoluciones democráticas, hasta los nuevos movimientos sociales y desde el nacionalismo hasta el islamismo. O sea que está en la ola del polo opuesto , que con el manto de la política de la dignidad , totalitarismo si, si este significa libertad de territorios y emancipación individual patriótica. Por lo que de aquel furibundo gurú del liberalismo hoy se ahoga en el agua de sus propias contradicciones y en ir mas allá de lo que los acontecimientos han propiciado.

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