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Sol y sombra

Disensiones

Las disensiones internas en las organizaciones políticas suelen coincidir con los estancamientos y retrocesos de estas, condicionadas por la volatilidad de la frágil opinión pública. Las sufrió Podemos y ahora le toca a Vox, dos de las fuerzas que nacieron del descontento con el bipartidismo en pleno apogeo populista y que se parecen en sus planteamientos en que ambas predican las soluciones simples para los problemas más complejos que atraviesa la sociedad.

Tanto Podemos como Vox, situados en los extremos, se han dedicado a explotar demagógicamente el cabreo generalizado en la población más proclive a los pronunciamientos radicales. El primero surgió del espíritu del 15-M, que se tradujo en aquello de «mover ficha para convertir la indignación en cambio político»; el segundo, para recoger el fruto de la insatisfacción de los españoles que se sentían agraviados por la radicalización en la izquierda y el desafío independentista, y ante la falta de una respuesta contundente del centroderecha que encarna en gran medida el Partido Popular. Aunque en flancos opuestos y a veces no lo parezca, Vox y Podemos juegan el mismo partido.

En Italia, Giorgia Meloni, candidata de la ultraderecha, es la favorita para ganar las elecciones de este domingo, precisamente por la tendencia de los italianos a engancharse de cualquier opción novedosa y populista frente al gobierno de turno. Aunque, como en este caso, la novedad devuelva los ecos del viejo fascismo de sobra conocido. Cierto es que con la misma facilidad los italianos también se desenganchan, ya ocurrió con Berlusconi, la Liga y el Movimiento Cinco Estrellas. En España, aunque protagonista y contagioso, el populismo no ha pasado hasta ahora de comparsa. En el caso de Podemos, eso sí, jugando un papel desestabilizador dentro del propio Gobierno.

La crecida del Partido Popular y el mal resultado electoral en Andalucía han sembrado el nerviosismo en Vox, el partido que más se parece a Fratelli d’Italia, la organización que lidera Meloni. Mientras, la fraternidad nacional parece haberse truncado entre Abascal y Olona.

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