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Joaquín Rábago

Posfascismo a la italiana

Todas las encuestas de intención de voto lo pronostican: Giorgia Meloni, formada en el frente juvenil del Movimento Sociale Italiano y líder de Fratelli d’Italia, que ella misma ayudó a fundar en 2012, puede ser la próxima jefa de Gobierno de su país.

El MSI, de donde procede, fue el partido sucesor del Partito Nazionale Fascista Italiano, de Benito Mussolini, rebautizado en 1994/95 como Alleanza Nazionale para ampliar su base electoral sin renunciar, sin embargo, a sus principios fundacionales.

El fundador del MSI, Giorgio Almirante, fue secretario de Estado del Duce además de editor de la revista declaradamente racista Difesa della Razza (Defensa de la Raza). Poco antes de que terminara la SGM, firmó un edicto que ordenaba «el tiro en la nuca» a los partisanos.

Como emblema de ese partido, se eligió una llama con los tres colores de la bandera italiana, que, en opinión de sus dirigentes, simbolizaba el «alma de Mussolini que salía del féretro para animar a sus sucesores».

Con el MSI resurgía de sus cenizas el partido original de Mussolini, prohibido por el nuevo poder constituyente, que castigaba con entre dos y veinte años de cárcel cualquier intento de crear «un partido, movimiento u organización paramilitar» de carácter fascista.

Meloni ingresó en la organización juvenil del MSI el 28 de octubre de 1992, un día después del 70 aniversario de la marcha sobre Roma de Mussolini, que llevaría al poder al líder fascista y marcaría el final del sistema parlamentario.

Aquel mismo día, el líder del MSI, Gianfranco Fini, habló en el Teatro Lírico de Milán, ciudad donde había tenido antes lugar una masiva manifestación de camisas negras y alabó a Mussolini por haber evitado que Italia cayera bajo las garras del comunismo.

Discípula aventajada de Fini, Meloni abandonó junto a otros dos diputados en diciembre de 2012 la Alleanza Nazionale, que había creado su mentor para dar más respetabilidad al MSI y ampliar su base electoral, y fundaron un nuevo grupo político.

Lo bautizaron Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), y éste se convertiría pronto en el primer partido de oposición al negarse, a diferencia de La Lega y Forza Italia, a entrar en el Gobierno de Mario Draghi.

Su oposición a las políticas sanitarias adoptadas por aquel Gobierno de coalición dirigido por un tecnócrata y su perfil marcadamente antisistema, aumentaron su popularidad y le hicieron subir rápidamente en las encuestas hasta adelantar a la Lega de Salvini.

Al anunciar su candidatura a la presidencia del Gobierno, Meloni declaró que se trataba de reafirmar los objetivos del centroderecha, con lo que aludía a los doce años que Italia estuvo gobernada, salvo interrupciones, por el magnate de la televisión Silvio Berlusconi, del que fue ministra de Juventud y Deporte hasta la caída de éste.

La líder de Fratelli d’Italia ha anunciado su intención de realizar los planes de Berlusconi de crear un régimen presidencialista. El ex primer ministro defendió la elección directa tanto del jefe del Estado como del primer ministro y la abolición del Senado como segunda cámara.

Meloni quiere comenzar al menos con la elección directa del presidente del país mientras que Berlusconi sostiene que en tal caso debería dimitir quien ocupa actualmente el cargo, Sergio Mattarella, elegido por las dos cámaras en 2021, algo que, en opinión del líder del Partito Democratico, Enrico Letta, equivaldría a «tumbar la Constitución».

A pesar de que Meloni parece haber moderado algo sus críticas a la Unión Europea y sus posiciones anti inmigración y trata de presentarse hoy como una persona natural y cercana al pueblo, no parece haber repudiado sus orígenes fascistas.

Hasta el logotipo de Fratelli d’Italia conserva la llama tricolor, símbolo considerado fascista aunque ya no salga de lo que antes tenía forma de féretro sino de una raya negra horizontal.

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