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José Vicente González Bethencourt

Tegueste no tiene mar, pero sí potentes barcos

El único municipio de Canarias que está completamente rodeado por otro –San Cristóbal de La Laguna– es Tegueste, proveniente del antiguo reino guanche o menceyato del mismo nombre, que a lo largo de los tiempos ha visto cómo prósperos territorios (Valle de Guerra, Tejina y Bajamar) han acabado en San Cristóbal de La Laguna. Tegueste, término de procedencia guanche, tiene la particularidad, junto con los municipios de El Tanque y Vilaflor de Chasna, de ser los únicos de Tenerife que no los baña el mar. Pero, sin embargo, Tegueste dispone de poderosos barcos que navegan espectacularmente gracias a los motores de potentes bueyes.

Y fieles a una tradición heredada hace siglos de sus ancestros, como tantas y tantas veces, el pasado viernes 9 de septiembre, como cada cuatro años, los teguesteros celebraron la representación histórica de la Librea, que data aproximadamente del año 1600, una función teatral al aire libre en la plaza de San Marcos, en el centro del pueblo, que consta de la Milicia, la Danza de las Flores, y cuatro barcos representantes de los principales barrios o cuarteles del municipio, en la que participaron unos 350 vecinos y vecinas, vestidos con los trajes típicos de la época, y 1700 espectadores, todos implicados en darle realce al acto principal de las fiestas de la Virgen de los Remedios, practicando ensayos y puestas de escena desde hace meses.

Declarada Bien de Interés Cultural, la Librea y su historia giran en torno a la procesión de la Virgen de Los Remedios, Alcaldesa Perpetua de Tegueste y copatrona del municipio junto con San Marcos, teniendo de particular que uno de los elementos de la Librea, la Danza de las Flores, que alegra las fiestas con su ancestral ritmo del tajaraste, sigue viva tras cinco siglos gracias a una familia, los herederos de José El Tamborero, siendo la única en que los bailarines no están unidos al palo de la danza por cintas, como sucede, por ejemplo, en Fasnia y El Escobonal, sino por arcos de flores.

La Librea se asocia a la defensa del pueblo a cargo de la vistosa Milicia, siempre disponible durante siglos mientras no hubo militares, llamando mucho la atención que mientras se celebran diferentes actuaciones folklóricas, teatrales y musicales en la plaza bajo la dirección de Telesforo Rodríguez, que pone en valor las costumbres del pueblo y su idiosincrasia, los componentes de la Milicia, niños y mayores al mando del capitán Alfredo López, no paran de desfilar por el centro del pueblo con el mismo ímpetu y marcialidad que siempre lo hicieron para defender a Tegueste de la llegada de piratas invasores, tal como sucedió en esta Librea.

Y es que, una vez finalizada la procesión, los barcos piratas intentaron en tres ocasiones el asalto al Ayuntamiento convertido en castillo, pero se resisten el pueblo y la Milicia (el bien), que a base de cañonazos, fusiles y voladores libran una sonora, luminosa y sorprendente batalla contra los piratas, sus barcos y el saqueo (el mal), y, desconcertados y angustiados los pocos supervivientes, huyen precipitadamente en busca del mar.

Hace años había estado en la Librea, que disfruté mucho, pero esta vez me documenté antes sobre su historia gracias a las explicaciones de la alcaldesa Ana Mena, totalmente volcada en el éxito de la fiesta, con lo que el disfrute fue mucho mayor, máxime cuando tras la victoria de los teguesteros sobre los piratas invasores, se alza una enorme bandera mientras la banda de música, que amenizó muy bien todo el acto, toca el himno de la Virgen de los Remedios, a la que la Milicia, en posición de firme, guarda profundo respeto.

Tras la rendición, antiguamente daban comienzo las sorprendentes carreras de barcos guiados por bueyes, hoy inexistentes, en los años veinte la Librea pierde fuerza, en 1945 desaparece, resucita en 1997, y hasta hoy. Si puedes, la próxima, dentro de cuatro años, no te la pierdas. Ahí nos vemos.

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