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Jorge Bethencourt

Es la economía

Según el presidente Torres, Canarias ha dejado de ser una comunidad llorona y empobrecida. Ahora somos líderes. Pero lo ha dicho en voz tan baja que no le ha escuchado ni su vicepresidente, Román Rodríguez, que ha presumido de la cantidad de dinero en ayudas que hemos recolectado en los últimos tiempos. O sea, que seguimos viviendo del dinero ajeno, pero ahora nos lo dan sin que soltemos ni una lágrima. O igual sí, pero de risa.

Ayer mismo se publicaba en la prensa nacional un informe del BBV Research donde figura el dinero que se dio a las Comunidades Autónomas en 2021 por el Covid. A Canarias le tocaron 551 millones. Que es una pasta. Aunque a Baleares, con la mitad de la población de estas islas, le tocaron 438. Y a Castilla y León, que solo tiene un poco más de habitantes que nuestro archipiélago, le inyectaron 843 millones. Y si te fijas en la financiación por habitantes, Canarias está en la parte baja de la tabla de distribución por los territorios, con poco menos de tres mil euros por cabeza.

Es un poco desconcertante. ¿Qué es, entonces, lo que estamos liderando salvo las listas del paro, las de espera para la dependencia o las de Sanidad? Da igual. En realidad, la gente no lee la prensa salmón y no se acaba de enterar si viene más o menos dinero. Y les da exactamente igual que los que gobiernan presuman de la cantidad de millones que nos dan para hacer felices a los canarios y los que se oponen los pongan a parir porque las guaguas no son gratis. A la gente lo que al final le importa es si la vida les va mejor o peor.

Esa es la prueba del algodón, detrás de las cifras y las estadísticas. La persistente subida de los precios de todo, desde los alimentos al transporte, desde las hipotecas a los alquileres, tiene a la peña a punto de nieve. La gente resopla cada vez más fuerte cuando explica que tiene que estirar un sueldo que no llega. Si esto fuera coyuntural tendría un pase. Pero no. Las cosas no van a ir a mejor.

La subida de los tipos de interés caerá como una nevada invernal para congelar el crecimiento económico. La inflación bajará, pero va a ser un proceso lento, largo y doloroso. Y además coincidirá con la enorme crisis energética que va a vivir Europa y que nos va a tocar de lleno, a través del turismo. Da igual lo que canten los coros gregorianos de la política. Están perdiendo el tiempo. «Es la economía, estúpidos», que diría aquel, lo que va a marcar las urnas del año que viene.

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