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Dos décadas sin Telesforo Bravo

El 7 de enero de 2002, dos días después de celebrar sus casi nueve décadas de existencia, fallecía el reconocido geólogo, naturalista y catedrático de petrología y geoquímica portuense Telesforo Bravo Expósito. Terminaba una extensa trayectoria vital marcada por un compromiso constante con el conocimiento y la difusión, respondiendo a numerosos interrogantes sobre el origen de nuestro territorio y la explicación de sus particularidades desde diferentes puntos de vista. Tal vez, en esa labor de enseñanza, llegaría a influir su perfil asociado a los años que dedicó a formarse en el ámbito del magisterio antes de llegar a ser todo un referente en la geología. Los que no pudimos, por motivos de edad, tratar personalmente al destacado portuense valoramos las numerosas publicaciones que desde los años cincuenta generaría en numerosos espacios y medios locales, nacionales e internacionales, así como las diversas entrevistas (algunas disponibles en formato online) en las que muestra todo su conocimiento y capacidad explicativa en el momento de enfrentarse a múltiples interrogantes. Posee un legado bibliográfico en el que se evidencian profundas reflexiones, análisis e incontables horas de estudio, con viajes por diversos rincones, acumulando reconocimientos y distinciones a toda esa trayectoria.

Conocimos más y mejor sobre su persona hace ya algunos años, cuando llegó a nuestras manos un libro publicado por Goya Ediciones en 1952. En sus 35 páginas se agrupan tres conferencias pronunciadas en el Círculo Mercantil bajo el hilo temático del agua, la erosión y la visión futura de nuestro territorio ante realidades geológicas y biológicas. En estos días marcados por las consecuencias del trágico incendio en la isla de Tenerife, orientamos la atención a la conferencia expuesta bajo el título Aspectos geológicos y biológicos del futuro próximo de Tenerife. Las primeras palabras de Telesforo Bravo matizan la siempre presente dificultad de establecer consideraciones sobre el paso del tiempo y la herencia que las generaciones van dejando como legado a sus sucesores, limitando su análisis a ciertos aspectos. Al tratar el tema de los incendios sobre los bosques, especialmente sobre los pinares canarios, matiza que se trata de uno de los pocos árboles que están preparados para resistir los efectos del fuego, afirmando que su gruesa capa de corcho llega a alcanzar hasta los 15 cm de espesor, siendo un material casi incombustible y aislante que preserva los órganos vitales del árbol, pero hay que entender que para que un pino canario resista la acción del fuego ha de alcanzar una edad superior a los 30 años, así que cuando el fuego pasa por uno de estos bosques sólo quedan los individuos más viejos. Expone Telesforo Bravo su visión en La Caldera de Taburiente de árboles milenarios con marcas de fuego ajenas a la acción del ser humano. En Tenerife, por ejemplo, afirma que parecen ser ejemplares más jóvenes como consecuencia de las erupciones que han ido afectando reiteradamente al paisaje. A ello llegaría a unir el alto consumo de tea como material para la construcción de casas canarias por parte de nuestros antepasados. Junto a los efectos bajo tal circunstancia del pino canario, cita también los peligros que sufre la laurisilva, tanto de los troncos quemados de la arboleda, así como del calor generado con el incendio y las brasas que perduran y acaban por destruir la vegetación herbácea, afirmando que los materiales carbonosos son los menos apropiados, cuando pasan de cierto límite, para el desarrollo de la vegetación, y ha de transcurrir un largo tiempo para que aquella se reproduzca. No duda en explicar algunas consideraciones sobre la variación del suelo tras los incendios y la problemática que se genera con la inclinación del terreno, lo que deriva en la circunstancia de que la erosión cause mayor actividad sin generar un suelo más o menos íntegro.

Son, en definitiva, toda una serie de consideraciones que un referente de la geología como fue Telesforo Bravo llegaría a explicar siete décadas atrás. Nosotros, sencillamente, nos hemos aproximado a un legado que sigue estando presente tras dos décadas de su ausencia física y que, ante unas jornadas de profunda tristeza para la isla, hemos querido evocar como recuerdo a un sabio que amó y luchó profundamente por la defensa y conservación de nuestro territorio.

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