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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

Un otoño “caliente”

La presidenta de la Autoridad Fiscal Independiente –¿independiente de qué?– ha dicho que este año no habrá recesión económica, salvo que haya problemas de suministro de gas. Que es como que tu cuñado te diga que el ambiente no estará húmedo, salvo que llueva. Y que te lo diga mientras está cayendo la del pulpo.

Los que vivimos en Canarias no sabemos lo que es el frío, salvo ese numeroso grupo de extraterrestres que han decidido sobrevivir en Guamasa y los alrededores de Los Rodeos, que, como todo el mundo sabe, es una zona de la cuarta dimensión, donde puede estar cayendo un diluvio, a ocho grados de temperatura, mientras en el resto de la isla hace un sol que raja las piedras.

Aquí si quieres frío de verdad te tienes que ir al Teide. O al paro. Pero más arriba de godilandia en invierno hace una rasca que acongoja. Rusia cortó ayer uno de los principales gasoductos hacia Europa. Dicen que es un cierre temporal pero en Alemania se han disparado las alarmas de recesión. Y si a los argelinos les da por cerrarle la llave de paso a Pedro Sánchez, el invierno va a ser letal. Porque sin calefacción será como estar del otro lado del muro en Invernalia.

Francia está tomando medidas extremas, que incluyen tomar el mando de empresas energéticas, controlar los depósitos de gas o aumentar las reservas de combustible. Y eso que tienen centrales nucleares. Ellos son las hormigas y nosotros la cigarra. Aquí el Gobierno sigue mirando los vídeos de la cumbre de la OTAN, extasiados ante el presidente alto, guapo y sonriente que tenemos. Y comentando lo bien que habla inglés. Y preparando el debate sobre el estado en el que está esta ruina de país.

Este mes está previsto que nos suban las hipotecas y los créditos. O sea, que el Banco Central Europeo suba los tipos de interés. Vienen curvas. La ministra de Economía, Nadia Calviño, anda ya por ahí pidiendo a las empresas que moderen sus beneficios y a los trabajadores que no pidan subidas salariales. Lo dice la ministra del Gobierno más caro y con más cargos de la historia de la democracia. Tiene coña la cosa.

Si se corta el gas a Europa de forma permanente, habrá una crisis muy gorda. Veremos a los apóstoles de las renovables poniéndose un plumífero de montaña para ir de la cama al cuarto de baño y calentar el agua con una fogata. Y habrá que ver si el turismo sobrevive o nos toca otra vez comernos los mocos.

Los sindicatos están amenazando a Pedro Sánchez con una oleada de huelgas a la vuelta del verano. O sea, un otoño caliente. Debe ser por el nombre que al presidente le ha entrado la risa floja. Porque lo que vamos a tener es un otoño y un invierno muy, muy fríos. Si se lo calientan, favor que le hacen.

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