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Wladimiro Rodríguez Brito

Las benijeras y las papas

El pasado 30 de junio se produjo un acto histórico en Tenerife. Un grupo de mujeres del barrio de Benijos de La Orotava se personó en las puertas de una gran superficie en La Laguna donde venden papas del exterior para reivindicar sus derechos. Nuestros campesinos tienen la cosecha sin vender y no solo en la comarca del Valle de La Orotava, sino en tantos otros puntos de Canarias mientras en algunas grandes superficies venden papas de fuera. De hecho, los precios que pagan por las papas no cubren el 40% de los costes de producción, ya que han subido los precios de las semillas y de los abonos. La realidad es que a día de hoy, les pagan a los agricultores menos que hace 20 años por un kilo de papas. Así están las cosas en pleno 2022.

Hemos de valorar algunos aspectos nuevos de esta situación. En primer lugar, hay que aplaudir que un grupo de campesinas de Benijo, lejos de afligirse o lamentarse, venga a la ciudad a defender sus derechos para seguir viviendo del campo y defender lo que les corresponde. Y que también hablen del relevo generacional. Entiendo que el campo no puede seguir con este abandono y no podemos continuar con tierras balutas, llenas de zarzas, cenizos y matorrales para propagar el fuego. Hay que hablar del pastoreo de trashumancia de su ganado y plantear que los ganaderos tienen derechos al pastoreo en el monte, como ocurre este año en Gran Canaria.

Las benijeras dicen que su economía familiar está dañada, ya que hace unos años se vendían las papas a 0,60€ (cien pesetas) y ahora apenas llegan a 0,40€. Igual ocurría con los gangocheros de antaño, que eran más considerados con los agricultores que lo que ocurre ahora con las grandes superficies. Así, se creó una cooperativa con cámaras frigoríficas –que son del Cabildo-, aunque actualmente está en estado ruinoso, lo que no permite mantener las papas en frío durante un par de meses, ya que la cosecha no cubre la demanda de las islas durante más de dos meses. Las benijeras tienen claro que la política agraria en Canarias ha olvidado el campo y por ello lamentan que se hable de manera partidista de las papas y la tierra.

Necesitamos proyectos que sumen y que incorporen recursos y compromisos con los hombres y mujeres del campo. Hay que aplicar aranceles a las importaciones de terceros países y hablar de precios de garantía para cubrir los costes. Las benijeras –y todos los campesinos- quieren que los políticos garanticen a los agricultores los precios del coste de la producción local y que las instalaciones comiencen a funcionar. También que los responsables políticos apliquen el Arbitrio Insular de Entrada de Mercancías (AIEM) a las papas importadas de terceros países y que establezcan medidas protectoras a la producción local, como el caso del queso de la Cooperativa de Benijos y las marcas blancas que venden algunas grandes superficies, ya que se olvidan de estos magníficos productos de nuestra tierra.

Le expuse a las benijeras que, ante los problemas que hay los forrajes aquí, se deberían aplicar las normas del Cabildo de Gran Canaria, que este año no solo autoriza pastar en los montes a 32 rebaños, sino que les pagan hasta 5.000 euros por rebaño por la labor que realizan para la retirada de combustible en el monte. Creo que es algo justo y que todos debemos apoyar.

El colectivo que visitó por primera vez La Laguna en este acto reivindicativo me dice que no quien ver más tierras sin campesinos y tienen claro que el campo hay que dignificarlo, tanto en el plano social como en el económico.

Es bueno que sepamos que Benijos fue una zona marginal del campo canario en la que actualmente viven algo más de 3.000 personas. Se han sentido olvidados y discriminados a lo largo de la historia y fue el último núcleo al que llegó la escuela, al agua corriente a las casas y la luz eléctrica en una economía de medianeros. Hoy en día han mejorado mucho en estos aspectos básicos, pero quieren cuidar la economía de antaño con otros trabajos, servicios en armonía con la naturaleza.

Estamos convencidos que los benijeros y benijeras son las luces del faro que alumbra otros puntos oscuros del agua y la sociedad canaria. Ellas quieren que el Cabildo arregle las cámaras frigoríficas y sería conveniente que tuviésemos una cooperativa de papas funcionando el próximo año. Me han comentado que volverán a la ciudad, pero no a mendigar sino a defender los derechos de todos los campesinos y campesinas de una sociedad social y ambientalmente más sostenible y solidaria.

Vayan estas palabras de ánimo y reconocimiento para un colectivo que vive y sufre la crisis agraria y social. Enhorabuena a las mujeres de Benijos y espero que “contaminen a los hombres” -como diría Pedro Guerra-. Gracias a las campesinas Otilia, Desirée y a todas aquellas mujeres que de una forma u otra están luchando por nuestra tierra.

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