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Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

Elogio de la candidez

Una parte de la sociedad británica, que admiraba el nacional socialismo alemán, le montó un pollo a Winston Churchill por aumentar el presupuesto militar británico para enfrentarse a Adolfo Hitler, que estaba atacando, uno tras otro, a varios países europeos. Su argumento fue: “Inglaterra no está en guerra”.

Es lo mismo que le dice a Pedro Sánchez esa izquierda con la que curiosamente —o no— ha vivido encamado. “España no está en guerra”. Así que qué coño es eso de aumentar el presupuesto de defensa y el compromiso de nuestro país en la OTAN. ¿Estamos locos, o qué?

Es obvio que Ucrania nos cae muy lejos. A ver qué se nos ha perdido a los españoles en un país que está al otro lado del planeta y que ha sido invadido por Rusia, un país gobernado por un nostálgico del comunismo que amenaza con que si nos ponemos chulos nos manda un par de pepinos nucleares.

Por las calles de nuestra ciudades la buena gente, pacifista a tope, vende revistas en contra de los recortes que vienen. A favor del mantenimiento de los servicios públicos —como si los fueran a quitar— y de impedir que aumente el gasto en defensa para dedicar ese dinero a “los más necesitados”. Es lo de cañones o mantequilla, en plan mucha mantequilla. Son la quinta columna de la candidez. La misma que en Estados Unidos pedía que el país no se involucrase en la guerra de Europa contra el fascismo porque ¿qué importaba que un señor con bigotito estuviese matando judíos en un lugar del mapa que ni conocían?

Los romanos nos legaron una frase inolvidable. Si vis pacem, para bellum. Si quieres la paz prepa la guerra. Y es así porque el ser humano, pese a lo que cree una gran minoría de gente bien pensada, es un simio violento. La mejor disuasión para que nadie te robe la finca es un muro muy alto, un perro muy grande o un palo muy grueso. Las democracias imperfectas se han defendido de los perfectas dictaduras, fascistas o comunistas, con la fuerza de las armas y la sangre de sus ciudadanos. Pero se ve que no hemos aprendido nada de la historia.

La OTAN es la única amenaza, en términos de respuesta militar, capaz de hacer que dictadores como Putin se lo piensen dos veces antes de atacar un país europeo. En Rusia, en China o en Corea del Norte, no hay gente por las calles recogiendo firmas contra el gasto militar. Están en el talego. Solo las democracias occidentales se permiten tener al enemigo en casa. Si el pacifismo hubiera evitado la Segunda Guerra Mundial hoy hablaríamos alemán y marcharíamos al paso de la oca.

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