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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

La resaca de la OTAN

El presidente del desGobierno de España, Pedro Sánchez, nos ha desvelado este fin de semana varias cosas trascendentales. La primera es que no hay un líder de la OTAN que no le consulte antes de de ir al cuarto de baño. La segunda es que desde que llegó a Moncloa se ha producido una conjura de poderes empresariales y mediáticos para acabar con su augusta figura, pero que no van a conseguir que incline la cabeza. Y la tercera es que su desGobierno va a contener la inflación y que hay que reducir los beneficios de las empresas y subir los salarios de los trabajadores.

Habría que analizar si en las paredes del edificio Semillas hay hongos tóxicos que producen alucinaciones. Porque no existe presidente que, llegado cierto momento, no aparente estar seriamente trastornado y pierda el contacto con la realidad. Cuando un partido político lleva tres elecciones autonómicas perdidas, dos de ellas de paliza, se lo tiene que hacer mirar en vez de consolarse con en delirio de las conjuras judeomasónicas.

Claro que los medios conservadores le cascan a la izquierda. Lo mismo que ocurría al revés cuando estaba Emepunto Rajoy aguantando hasta por el lomo. Pero hay que estar muy ciego para no ver que lo que está matando a Sánchez es la economía. La maldita inflación que se produjo cuando el Banco Central Europeo puso en el mercado, a causa de la pandemia, dos billones de euros para salvar el trasero, entre otros, de la endeudada España. Y porque cuando volvió la demanda de bienes y servicios fue como soltar los toros en un encierro de los Sanfermines: todo el mundo quería cosas, se producían menos cosas y subió el precio de las cosas. Fin de la historia. Ah, sí. Me olvidaba. Y Putin, por echar una mano para arreglar las cosas, decidió invadir Ucrania

Ningún gobierno, ni siquiera uno de Marvel, podría evitar las consecuencias de algo así. Pandemia, aislamiento social, colapso del comercio y el consumo, cierre de fábricas y negocios… El error es la respuesta. Zapatero nos dio una clase práctica de lo que no se debe hacer en una crisis. Mantener la presión fiscal es doloroso e injusto, pero inevitable si quieres contener los precios. Pero a cambio España tendría que estar reduciendo su gasto público a marchas forzadas. Y sigue de fiesta. El Estado sigue engordando como si no hubiera mañana. Y a la gente que se desangra en la gasolinera o en el supermercado le revienta ver los fastos, alfombras y cenas de gala de una cumbre de la OTAN que algún idiota, además, se encargó de ponerles hasta en la sopa. Ahí arriba están ciegos y no ven la calle. Son los hongos, ya te digo.

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