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el recorte

No hemos aprendido

Hay una tira gráfica inolvidable: creo que obra de Ricardo y Nacho. Se ven dos púgiles en un ring de boxeo. Uno es Felipe González y el otro Aznar. El árbitro, en medio, levanta una mano y dice: Adelante. Que gane el mejor. Y desde el público surge un grito desesperado: «¡¡Nooo. El mejor no. Que gane el otro!!». Si uno echa un vistazo a este país, tal vez se podría volver a publicar la viñeta. Lo que quiera que sea que sostiene a Pedro Sánchez ya no es un gobierno. Es otra cosa. Los intereses que ligaban a unos y otros se han evaporado. Unidas Podemos, como un zombi de la izquierda, se está descomponiendo en vida. El apoyo de los independentistas catalanes se ha diluido en sus propias peleas internas. Y Pedro Sánchez ha tenido que aprobar iniciativas con el voto o la abstención de esa oposición que tanto odia. Son las señales del fin que, con el resultado previsible de las elecciones de Andalucía, le pueden llevar a subir otro peldaño más hacia el cadalso político. La coyuntura económica y fiscal de España demanda un gobierno fuerte; con el apoyo de una mayoría capaz de soportar la toma de decisiones impopulares. Europa nos exige sacrificios y ajustes que nadie está en disposición de hacer en un escenario donde preocupa más el maquillaje electoral que el fondo de los problemas de España: deuda, sistema de pensiones, reducción del gasto y el déficit… La ominosa sombra del ejemplo de Grecia o Portugal se vuelve cada vez más grande y oscura.

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