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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

¿Y dónde estaba la tele?

El derbi histórico entre el Tenerife y Las Palmas nos dio momentos inolvidables. Como esa imagen de Jesé pidiendo cabeza a sus compañeros. O la cara de padecer un intenso dolor de tripas del presidente Ángel Víctor Torres, y la ministra de Sanidad, Carolina Darias, intentando disimular el efecto que les había causado el primer gol tempranero de los blanquiazules. O la mascarilla de Antonio Morales, que no se fiaba el hombre, sentado tan cerca de Miguel Concepción, no se le fuera a pegar algún peligroso miasma chicha.

La afición amarilla se comportó de una manera admirable con su equipo, incluso cuando el resultado era demoledor. Del griterío del «sí se puede» se pasó a la constatación de que no se podía. Pero no fue por culpa del calor de las gradas. El partido levantó todas las pasiones que se esperan de un enfrentamiento con tanta rivalidad. Pero el Tenerife estuvo tan cómodo y relajado que casi se durmió, hasta que le despertó un gol de Las Palmas, que hizo renacer por algunos instantes la ilusión de la peña.

A Jonathan Viera, el capitán de Las Palmas, una lesión le hizo cambiar su papel en el campo: de futbolista a animador. Se le vieron cualidades. Y se hizo muy, muy grande, reconociendo que los chichas habían sido mejores. Un tipo admirable que tuvo el valor de llevarse a sus compañeros a dar la cara con las peñas, acabado el partido, en una esquina del campo.

Lo más feo del encuentro no estuvo ni en el campo, ni en las gradas, ni en la calle. Estuvo en el palco de la U.D. Las Palmas. Ese palco en donde al presidente del Cabildo de Tenerife, Pedro Martín, le relegaron de las primeras filas, para colocarle en la zona posterior. No sé si habrá sido un castigo por haber gritado y celebrado el gol del Tenerife en el primer partido. Pero fue muy poco inteligente. Como el recadito que le enviaron de que en el palco amarillo no se podían llevar símbolos deportivos de su equipo, no vaya a ser que alguien se ronchara. Quien sí estaba en un lugar destacado fue el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, lo que hizo más evidente el desaire a la autoridad tinerfeña.

De todo esto, la gran pregunta que uno se hace es por qué el acontecimiento deportivo más importante del fútbol canario no se pudo ver por la televisión autonómica, que nació precisamente para espectáculos como ese. No será por dinero, con los millones que cobran algunas productoras por hacer programas sin audiencia. Ha sido un fallo imperdonable.

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