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Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

El circo de las mascarillas

Al Gobierno de Canarias le han volado cuatro millones delante de las narices. El entonces consejero de Sanidad, Julio Pérez, decidió comprar mascarillas sanitarias a una empresa dedicada a la venta de coches. Que no sé yo qué puede salir mal cuando te vas a comprar unos pantalones vaqueros a una farmacia. ¿Verdad?

El actual consejero de Sanidad, Blas Trujillo, ha tenido que dar la cara con un asunto vidrioso que está en investigación por la Fiscalía. Y lo ha hecho echándole bastante sentido común al asunto. Es decir, diciendo que en aquellos tiempos —mayo del 2020– el mercado de compra de material sanitario era un caos, un sálvese quien pueda, en el que lo importante era conseguir mascarillas al precio que fuera y comprárselas al primero que pasara por delante. Y es verdad que fue así.

El principal culpable de todo lo que pasó en aquellos momentos crispados fue un Gobierno de España que se desentendió de sus obligaciones con los ciudadanos. Le pasó la papa caliente a las Comunidades Autónomas para que se buscasen la vida como buenamente pudieran. Y a río revuelto cosecha de listillos. Empezaron a aparecer intermediarios que se ofrecían a conseguir mascarillas presentando empresas sin ninguna relación con el mundo del material sanitario. Y así fue que empezaron a aparecer por España mascarillas sin homologar o falsificadas, igual de útiles para protegerte del covid que si te pusieras en la boca un colador de cocina.

De esa forma entramos en el circo. El partido que acusa a Isabel Díaz Ayuso en Madrid por haber pagado una millonada por unas mascarillas es el mismo desde el que Julio Pérez decidió comprar cuatro millones de mascarillas a una empresa que se dedica a vender coches. Como suele ser habitual en este país, los partidos se acercan con un cubo de excrementos a un ventilador para emporcarse mutuamente con un oloroso toque de escándalo.

Visto desde hoy, el asunto no tiene un pase. No resulta muy prudente comprar material sanitario al primero que pasa por ahí. Pero en aquellos meses de pánico las administraciones se pasaron las garantías de la Ley de Contratos por el arco del triunfo. La lista de millones perdidos en compras fake es considerable. Y les afecta a todos. Pero movidos por su extraña compulsión autodestructiva, los partidos lo han convertido en un escándalo global de acusaciones mutuas, para suicidarse todos un poquito más. Que lo disfruten. Con el fiscal que está investigando lo de Canarias, deberían tomar mucha tila.

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