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Crónicas de la Revo-ilusión

Perplejidad

A la espera de que el oso ruso decida si declara la tercera salvajada mundial, sucede en la huerta española que el calcetín se ha dado la vuelta. Debe ser la primavera que siempre anuncia el cambio con los abanicos desenfundados en la caja mágica del tenis, para certificar la ironía de un rotundo sí se puede, entonado por un público enfebrecido. Lo gritaban mis amigos merengues en la enésima remontada del Madrid, fruto espontáneo de un deseo interior que suspira por el advenimiento de las derechas. Veo a Camaleón Sánchez, el hombre que se espiaba a sí mismo, metido en el típico fangal de los minutos de descuento, y a las izquierdas remendadas de confluencias en un postrer intento de aliviar la desunión que, en vez de sumar y sumar, como casi implora Yolanda Díaz, resta y divide como le corresponde a los que han desaparecido de la calle y de las flores que marchitan su mayo andaluz. En la invertebrada nación de Ortega, las ganas de fiesta solo son comparables a las de venganza, porque no lo duden, nos encanta hacer sangre, sobre todo si es ajena, así que vuelve la nueva vieja ola, empoderada de una libertad sobreactuada, que se reivindica como símbolo, juez y parte en la ruleta económica que gira tan ricamente. El reloj va muy loco, y a los futuribles no les da tiempo, imposible predecir si habrá más desglobalización que fondos europeos, o si en la final de la Champions compraremos las máscaras del carnaval en algún chino feliz, o las de antirradiación más crema protectora que también las venderá el chino. Pero sonriamos a la vida, que ahora el covid es una gripe subvariante XFAKEZ, y Carlitos Alcaraz es nuestro big one que sí, sí, sí, todo lo puede.

dorta@brand withme.com

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