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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

La crisis de los espías

Hace dos años, el Gobierno de España autorizó investigar e intervenir los teléfonos de los secesionistas catalanes lanzados a una declaración unilateral de independencia que amenazó la existencia del Estado. El encargado de realizar esta investigación fue el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), se supone que bajo supervisión judicial. A partir de ahí todo parece parte de El hombre que fue jueves. Entre surrealista, cómico y trágico.

Ese Gobierno que ordenó investigar a los independentistas gobierna, sin embargo, con ellos. El que ordenó investigar colabora con los investigados. Y, por eso, cuando se descubre el pastel, acuerda que los independentistas puedan acceder a la Comisión de Secretos Oficiales. O sea, al meollo de la cosa. Como en la guerra de Gila: a los enemigos del Estado los llevas al corazón del Estado.

Más que Chesterton, esto parece, una vez más, cosa de Groucho. Un camarote ridículo en el que la TIA de Mortadelo y Filemón trajina en el teléfono del presidente Playmobil que vive en Waterloo. «¡Aquí se espía!» gritan algunos escandalizados. ¿A qué pensaban que se dedican los agentes secretos del CNI?

No es que nos hayamos vuelto idiotas. Es que ya no escapa ni el que asó la manteca. De paso que se descubre que el Estado investiga a los que quieren cargarse al Estado, el presidente del desgobierno de España asegura compungido que su teléfono también ha sido intervenido con ese programa llamado Pegasus que se apropia de los contenidos del terminal. Y entramos ya en el ridículo absoluto. Yo espío, tú espías, él espía… O sea, todos espían a todos.

Produce pavor que el presidente de un gobierno reconozca que guardaba contenido sensible en su teléfono móvil (un error gravísimo que contradice las recomendaciones de los expertos) y que alguien ha descargado parte de ese contenido. Que lo diga públicamente sin cortarse ni un pelo. Y que permita que todas las miradas se dirijan hacia Marruecos, ese país con el que el mismísimo Pedro Sánchez acaba de cerrar trabajosamente una prolongada crisis diplomática. Como la Penélope de Homero, Pedro Sánchez deshace por la mañana lo que ha tejido por la noche.

Estos son, señoras, señores y señoros, los minutos de la basura. Es imposible encontrar lógica en todo este desastre. Este inmenso desorden. Este caos en donde lo único que se persigue es la supervivencia política. Por una vez estoy con Puigdemont. Dan ganas de decir váyanse todos a la mierda.

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