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Luis María Alonso

Sol y sombra

Luis M. Alonso

El hilo suspendido

De la entrevista Sánchez-Feijóo queda ese hilo suspendido en el vacío de la incomprensión. El diálogo del que presume a veces, solo en determinadas ocasiones, el presidente del Gobierno se basa en que el interlocutor acepte sin rechistar todo lo que a él le parece bien y nada del resto sea discutible. Se trata, por lo tanto, de un diálogo para besugos. A Sánchez únicamente le interesa negociar la renovación del Poder Judicial porque es lo único que no puede llevar a cabo por imperativo legal o vertical, lo demás lo supedita a la sumisión. Con estas premisas el entendimiento que el nuevo líder del Partido Popular pregona, inspirado en una política de necesidad para personas adultas, las rebajas de impuestos, el pacto de Estado y el resto de los asuntos que España requiere para mejorar su situación, seguirán siendo una entelequia.

Sánchez hace tiempo que se ha dado cuenta de que no le interesa una aritmética del poder diferente a la que tiene con una izquierda populista extrema subsumida en la precariedad que le impide desligarse del Gobierno, dispuesta a rebelarse en la apariencia y en el fondo a aguantar carros y carretas. A lo que aspira es a que el Partido Popular le baile el agua, de no ser así lo señalará como un apéndice de la derecha extrema; de lo contrario la derecha a la derecha de Feijóo tendrá el camino allanado de Marine Le Pen en Francia para competir por La Moncloa.

El problema es que el Partido Popular sabe, si no se le han fundido todos los fusibles, que la única forma de alcanzar el poder es distanciándose lo suficiente de Vox sin que ello le impida llegar a entenderse con el partido de Abascal. Esto que tanto escandaliza a cierta izquierda es precisamente lo que ha hecho el PSOE con Podemos. Todavía más, es lo que los socialistas han sobrepasado al cruzar el límite de la decencia para entenderse con los proetarras en Navarra.

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