eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Maite Fernández Valderas

Políticos que gustan

Me gustó este título para mi artículo, aunque seguramente alguien podría pensar que no estoy teniendo en cuenta el lenguaje de género. Si así lo piensas, me gustaría concretar que en esta ocasión me voy a centrar en el político concretamente, el gestor público masculino que, en sus actuaciones, quizá desarrolla características diferenciadoras con respecto a la mujer.

¿Qué características debe de tener un político para gustar?

Me quedo con una palabra que suma multitud de detalles en uno: autenticidad.

Esa autenticidad que se refleja en la naturalidad, en el ser mucho más que en el estar. El ser es la auténtica persona, el auténtico valor. La naturalidad entrenada, como me gusta decir; y cuando hablo de entrenar no hablo de falsificar una identidad, ni de construir una nueva, sino exclusivamente de fortalecer y crear una Marca que represente lo que realmente es; explotando sus fortalezas y ordenando sus áreas de desarrollo desde sus valores.

Nos gusta el político de la gestión, ese ejecutivo en la política; nos gusta la toma de decisión y rechazamos la falta de definición ante los problemas. No nos gustan las copias, deseamos los pronunciamientos en el momento adecuado y si son arriesgados protegeremos a esa persona, porque la ciudadanía también sabe proteger al político.

Gusta el político cercano, ese municipalismo arraigado que sería ideal no olvidarlo cuando llegan a pisar las alfombras rojas de Congresos, Cabildos o Parlamentos. Ese amor por la calle, por la que caminamos sonrientes con la cabeza hacia arriba y buscando las miradas de la gente.

Nos gusta la escucha y ese tiempo que buscas, aunque la agenda no te lo dé. Ese tiempo que hace importante al más insignificante vecino, joven, niño… Ese valor que, sin querer, quitamos o regalamos.

Nos gustan aquellos políticos con equipos poco endogámicos que provocan aterrizajes forzosos del ego; esos despertares que solo alguien ajeno a la vorágine orgánica es capaz de verbalizar con humildad. Porque no tiene nada que perder y sabe que el número uno si lo tiene.

Me gusta ese político que duda, que se hace preguntas y que todavía se pone nervioso al salir a un escenario; que tiene esa adrenalina necesaria para que todo salga bien, esa sensación de que todavía “todo te importa mucho”.

Me gustan los que preguntan que cómo estás y qué sientes, y en qué puedo yo contribuir para que te puedas sentir mejor.

Me gustan los que hablan con algún amigo fuera del círculo político, quedan para verse de vez en cuando, para hablar de otras realidades, con la capacidad para escuchar lo que nadie les va a decir porque saben que no les gustará oírlo.

Me gustan los que desarrollan un equilibrio en las tres facetas de los ejes de liderazgo político: personal, profesional y orgánicos. ¡Es fundamental!

Nos gustan las canas; si, las canas de la experta veteranía, porque no hay mayor grado de autenticidad que mostrarlas. Ese atractivo del veterano, del que muy poco se presume hoy en día.

El político tiene que ser un profesional y, para ello, todos los aspectos de un ejecutivo deberían de trasladarse a la política. La política del espectáculo, como la conocemos hoy en día, no está en auge, más bien es lo que nos hacen creer. Vayámonos más al funcionamiento de las organizaciones empresariales, y de ahí apliquemos conceptos de liderazgo, estrategia y toma de decisión para el campo de la política. Nos serán de gran utilidad.

Me gusta el político en redes sociales, que sabe combinar su estrategia diferenciada en redes y aplica criterios diferenciados por Red. El que elige su biografía y sus fotos con esmero, interactuando con las personas; que sabe que la vida personal de un político es reducida porque todo es público. Que no solo se enorgullece de su familia, sino que también discretamente la expone, porque de alguna manera reflejará su coherencia e identidad. Si es lo más preciado para ti, ¿por qué lo escondes?

Gustan quiénes saben que cuando eligieron la política abrían una ventana al desequilibrio personal, y por ello toman conciencia de la importancia de estar siempre reequilibrándose. Gustan los que inspiran respeto, desde esa actitud de respetar al contrario, para desde ahí generar ese respeto hacia ellos mismos. Olvidándose de que existe un fango en el que no van a entrar, porque le faltaría el respeto a una ciudadanía deseosa de gestores públicos maduros y centristas.

Gusta el equilibrio y la experiencia, y para ello es necesario recorrido y conocimiento.

Me quedo con la política de gestión, de resultados, y menos con la conocida politainment.

No somos actores, somos gestores…

@EtikMaite etikpolitica.es

Compartir el artículo

stats