Me preocupa el desgaste psicológico y la desmotivación de las personas por las sucesivas crisis que estamos sufriendo desde la suspensión de pagos de Thomas Cook, pasando por el Brexit, el covid y la actual guerra en Ucrania.
Sobre todo, por la carga constante de incertidumbre, miedo y penurias derivadas de los procesos de pérdida de empleo, ERTE, cierre de autónomos y empresas, inflación, encarecimiento de materias primas y falta de horizonte cercano en la recuperación.
Somos las personas las que vamos a sacar adelante a la sociedad, conformada por empresas y familias, ante una más que probable recesión.
También es cierto que tratamos de recuperar la rutina y los escenarios económicos a los que hemos estado acostumbrados, mientras que la realidad de estos últimos quince años se empeña en decirnos que nos adaptemos a un escenario permanentemente convulso.
En cualquier caso, el fracaso no es una opción. El bienestar de las familias y la viabilidad de las empresas son el único objetivo plausible para el futuro.
Tenemos que ser capaces de articular una estrategia para superar los problemas de oferta y demanda, así como sostener una estrategia de garantía de inversiones para la recuperación y medidas de apoyo a las rentas mas desfavorecidas dentro de la Unión Europea, sin perder de vista la idiosincrasia de las Islas.
El verdadero cansancio proviene de no ser nosotros mismos.
Un lujo que debemos afianzar para transformarnos en una comunidad de progreso y bienestar para la generación actual y las futuras.