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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

A veces hay que frenar

Las Islas Canarias tienen todas las razones del mundo para exigir al Estado del que forma parte un tratamiento claramente diferenciado del territorio continental. Mantener el Estado del Bienestar aquí sale un ojo de la cara. La prestación de los servicios públicos esenciales se encarece muchísimo en un territorio fragmentado y lejano, esclavo de los sobre costos del transporte que afecta a todo y a todos. Ah, sí, y a todas y a todes.

Pero tenemos dos importantes handicaps. El primero es que los godos están hasta el bigote de todos nosotros. Creen que somos unos privilegiados, que vivimos como Dios gracias a las subvenciones y las ayudas de Estado. Y resulta inútil que les restriegues por los belfos el porcentaje de parados que duplica la media nacional. O los indicadores de pobreza que afectan a seiscientas mil personas. O las rentas familiares disponibles, que están en el foso más oscuro, a la cola del país. Cuando una mentira se hace popular, la verdad se queda hablando sola en una esquina.

Además de nuestra mala fama de mantenidos, el segundo problema es que las Comunidades Autónomas se están preparando para pelear ferozmente por llevarse el mayor trozo posible del pastel de la financiación. Y la preocupación del Gobierno –de este especialmente, pero también de cualquier otro– es mantener sus apoyos políticos en el Congreso a cambio de no cabrear a los partidos y territorios que les dan sus votos. Y en ese escenario no pintamos absolutamente nada. Excepto los votos de los nacionalistas canarios, el resto de nuestros diputados pertenecen a partidos nacionales donde se impone la jerarquía y la disciplina vertical.

El Gobierno de Canarias ha suspendido la comisión bilateral con el Gobierno de España que se iba a celebrar en las islas. No han dicho toda la verdad. Se la cargan porque si negocias mal financiada una transferencia –como Costas– luego te la vas a tragar toda la vida así. Como nos ocurrió con Sanidad y con Educación, donde el ansia por ser autónomos nos llevó a aceptar traspasos de competencias que debían haberse blindado mucho mejor. Han hecho bien en pegar un frenazo.

Lo que pasa es que Madrid, con Canarias, va de sobrada. Todo lo contrario que cuando negocia con el País Vasco, donde los funcionarios agachan las orejas hasta el punto romper la caja única de la Seguridad Social. Hemos comprobado ese pasotismo en materia de emigración ilegal. En el sistemático incumplimiento del REF por parte de tirios azules y troyanos rojos. Y lo seguiremos viendo hasta que en estas Islas todos los partidos se pongan de acuerdo para dar un pequeño susto a quienes una y otra vez se permiten el lujo de menospreciar a los dos millones y pico de europeos que aquí sobrevivimos malamente poniendo cañas a los guiris.

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