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Alejandro de Bernardo

Curva a la izquierda

Alejandro de Bernardo

Ni tacto ni contacto

En la era de las series les recomiendo una que me parece muy original y atípica: HIT. La ponen los jueves en La 1 de TVE. Refleja las vidas de jóvenes aparentemente conflictivos en el entorno educativo y familiar pero, pese a la impresión negativa inicial, la ficción no se recrea en el estereotipo de la oveja negra, sino que lo combate. Ya era hora de que alguien se atreviera a tocar los problemas de los adolescentes en la actualidad, que no son pocos ni livianos: los móviles, el vandalismo, la pornografía, el bullying, las drogas, las apuestas online... «Son enfermos», dice HIT, y razón no le falta; este es el gran problema de nuestra juventud, que ni ellos ni sus propios padres lo saben, o no lo quieren admitir.

La problemática viene desde la más tierna infancia, cuando a los chavales se les da todo a cambio de nada, cuando se intercambia el afecto por lo material, cuando la falta de respeto se convierte en una gracieta. Por eso, el atípico profesor, habla de que los adolescentes son un espejo; ojo, que eso no quita que entre ellos haya auténticos psicópatas, y que, al fin y al cabo, sean los patógenos causantes de la infección. Hay que erradicarlos, claro está, pero al mismo tiempo hay que ser conscientes de que la batalla está perdida desde el principio: los smartphones «son armas de destrucción masiva», y cualquier adolescente tiene uno en la mano.

Ahora todo está a mano de un clic. Todo es fácil o facilísimo. Para consumirnos con el consumo no necesitamos ni salir de casa. Nuestros hijos y nosotros. Todos vivimos encerrados en cuartos y creemos que vemos y dominamos el mundo con nuestras relaciones virtuales por las redes sociales. Está muy bien que se haya multiplicado la comunicación por millones. Está genial que Google sea una especie de biblioteca universal, pero todos estos avances no son más que retrocesos si nos quedamos con el culo sentado en el asiento y la nariz pegada a la pantalla. El ser humano pierde sentido sin el gusto ¿De verdad pensamos que llegaremos a algún lado olfateando como cachorros un único olor, el olor de nuestro cuarto?

Estamos todos muy acomodados en general. Cierto. Da igual a dónde mires. Nos atraen las zonas de confort. Siempre ha sido así. Nos tira la rutina, la ruina de la rutina. Somos como mascotas amaestradas que repetimos los días sin darnos cuenta de que son únicos. Ni un día vuelve. Todo está lleno de flojos y ofendiditos. Amamos los derechos, pero odiamos los deberes. Y no hay derechos sin deberes. Tenemos que dejar de ser una sociedad floja.

Nos asesina la rutina digital, donde no hay contacto ni tacto. No hay huella. No hay piel. Hemos perdido la piel, lo más importante del ser humano. La piel que vive, que acaricia, que se humedece, que suda... Cada vez nos arriesgamos menos. Cada vez nos perdemos más cosas. Vamos camino de ser baúles vacíos, sin una canción que recordar.

Estamos criando a unos chavales entre algodones. Los paseamos por parques infantiles acolchados y luego los encerramos en sus habitaciones con un ordenador para que jueguen con sus amigos a distancia y, de paso, nos dejen en paz, que también hay mucha comodidad en dejarlos a su bola.

Les decimos a los niños que pueden alcanzar todo lo que sueñen, pero no les decimos todo el esfuerzo y el sacrificio que conlleva alcanzar esos sueños. La educación de las fortalezas es mucho más que lanzar simples mensajes positivos. Es fundamental fortalecer el carácter con disciplina, seguridad, confianza, reconocimiento de los defectos… Solo eso les permitirá conocerse y enfrentarse al mundo. Y hasta tener una canción que recordar.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es

PD. Mi recuerdo a esas mujeres que permanecen amordazadas por sus verdugos, para que sean conscientes de que siempre hay esperanza y que existe una salida (016) para volver a recuperar su vida en paz.

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