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Francisco Pomares

La foto final

Nunca antes fue más cierto eso de que el Congreso fue una fiesta. El PSOE canario parece haber decidido que sus concilios sean una celebración televisiva –en el sentido más eucarístico– y por eso se ha dejado de lado el procedimiento que antes era el pan y la sal del debate político –ponencias, debates, propuestas, más debates, resoluciones–, y que hoy no le interesa a nadie. Aquí de lo que se trataba era de entronizar a Torres para los tres próximos años, a ver si sigue siendo presidente –si no ocurre así, el próximo congreso será menos parecido a un festival de Eurovisión y más parecido a un velatorio–, y de permitirle repartir el bacalao y hacerlo con estilo y bonitos fondos colorados. Ese objetivo está de sobra conseguido, por más que a los vejetes este formato de convención demócrata estadounidense nos deje como con un regusto a cosa vista y sin mucha sustancia.

El PSOE canario renueva –es un decir, en los puestos clave siguen los mismos, apenas un poco barajados– su dirección con Ángel Víctor Torres como secretario general y Nira Fierro como secretaria de Organización y número dos del partido en las islas. Y ese –lo de Nira– ha sido el único asunto que despertó un moderadísimo rechazo del grupo de irreductibles galos, y ha impedido que el congreso caiga en la unánime bulgaridad (con b) que caracterizaba los cónclaves partidarios de los partidos comunistas en el poder. Al final no salió aquello de colocar a Patricia Hernández como presidenta, al parecer porque en Tenerife se pusieron un poco bordes y exigieron mantener como prócer principal al alcalde de Adeje, que sale en la foto oficial entre Torres y Nira, con la mano abierta sobre el pecho. En realidad, no estaba el compañero Fraga protegiendo su cartera, por si las moscas, sino recurriendo al respetuoso saludo no marxista, en medio de una selva de puños, puñitos y puñetes en alto y no tanto. En los días inmediatamente previos al Congreso corrió la especie interesada de que Torres iba a sustituir a Fraga por doña Patricia. Pero creo yo que no había tal intención, que fue apenas una añagaza para distraer a los tinerfeños, para que tuvieran algo de lo que preocuparse, además de por lo del ascenso de Nira, a la que la organización tinerfeña no considera parte de su cuota, sino de la de Torres. Como no podían salirse con la suya en lo de Nira, pues se llevaron el premio de consolación de que lo de Patricia no fuera en serio. Habilidades del secretario general.

En la foto en cuestión, mientras Fraga parece proteger su cartera, Torres mantiene marcial y castamente las manos en posición de firmes. Ha elegido el secretario general ese formato para este congreso, y lo mantuvo incluso cuando Pedro Sánchez se dejó embargar por la emoción de estar con este hombre –Torres, él mismo– que es una suerte indescriptible sea nuestro presidente. Ya tenemos dos suertes, vivir aquí, y compartir espacio con Torres, también.

¿Suerte? De las catástrofes posibles, el medio mandato presidencial de Torres ya nos ha traído suficientes como para considerar que no, que no tenemos tanta suerte como cree Sánchez. De momento, en la lista de posibilidades catastróficas sólo faltan por producirse la colisión de dos petroleros frente a nuestras costas, la guerra declarada entre Marruecos y Argelia, el tsunami de Cumbre Vieja, la caída de un meteorito tamaño Tunguska sobre el Sur de Tenerife y una invasión alienígena de zombies con muy malas pulgas (o así). La presentación de Torres como una bendición para esta región y sus moradores es sin duda una tarea propia de alguien capaz de vender hielo en las regiones árticas, o de presumir del gran éxito que ha supuesto el Ingreso Mínimo Vital en una región como Canarias, donde apenas un cinco y medio por ciento de quienes lo necesitan lo han recibido… alguien como Sánchez, digo. Alguien encantado de haberse conocido.

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