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Jorge Bethencourt

MANUAL DE OBJECIONES

Jorge Bethencourt

Condenados al enfrentamiento

Hemos pasado la línea del ecuador de la legislatura y es como en esas montañas rusas de los parques de atracciones, donde la vagoneta ha llegado a su máxima altura y se desploma a toda velocidad cuesta abajo. Al Gobierno bipolar de España le empiezan a reventar las costuras antes de que el presidente pueda aprobar sus últimos presupuestos.

Sánchez ha decidido devolver al PSOE a la moderación y ese viaje le está alejando vertiginosamente de sus socios de la izquierda verdadera que querían una ley de alquileres más dura y pretende que el PSOE cumpla con la promesa de derogar la reforma laboral. Ahora es que están descubriendo la elasticidad casi infinita de los compromisos de nuestro presidente. Nunca es tarde si la dicha es buena.

Los compromisos que ha firmado el Gobierno de España con la Unión Europea, a cambio de los fondos que nos van a salvar el trasero, son totalmente incompatibles con el programa de reformas de la izquierda de Yolanda Díaz. Derogar la reforma laboral y aumentar el grado de intervención pública sobre los mercados va en dirección contraria a los vientos que mueven los mercados europeos. Como ya comprobaron las coaliciones de izquierda en Italia o en Grecia, implantar los vestigios de la economía de planificación central comunista en la eurozona es un trabajo condenado al fracaso. O estás en el tren o te bajas, pero no puedes ir en dirección contraria, más allá de caminar hasta el último vagón.

Pedro Sánchez, el mayor equilibrista de la geometría variable, tendrá que hacer milagros para manejar todos los platillos que tiene en el aire. Ha cerrado filas en su propio partido, apagando los fuegos internos, sacrificando víctimas aliadas y ejecutando enemigas. Ha ofrecido a sus aliados el cadáver exquisito de Carmen Calvo con la misma frialdad que le entregó a Marruecos el de la ex ministra de Exteriores, González Laya, y su equipo. Omnia sus pedibus. Pero todo eso es pan para hoy y hambre para mañana. Yolanda Díaz, con una sonrisa llena de dientes afilados, quiere convertirse en la alternativa política de una nueva izquierda que se fundará sobre las cenizas de Unidas Podemos, incinerada por los chalés y los fratricidios. Y eso les condena a terminar a hostias con un PSOE que ahora quiere ocupar la centralidad.

La bronca contra Meritxel Batet, la presidenta socialista del Congreso, a cuenta de la pérdida del escaño de Alberto Rodríguez, fue un cisne negro político. Un imprevisto. Los dirigentes de Podemos decidieron echar agua sobre el incendio. París bien vale una misa, pero el cadáver político del diputado canario no. Pero el choque por la reforma laboral ha encendido las alarmas. No es que se quieran ir, es que desde Moncloa los están empujando. Porque los tiempos los marca el de siempre. A ver si se enteran.

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