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Ana Ortiz

El mundo

Sentada en el avión con los cascos puestos, escuchando música. Finalmente decido no ver la serie de Netflix que me había descargado y ponerme a escribir. Observo a las personas y reflexiono. Como si de un vídeo musical se tratase, en mi cabeza aparecen miles de imágenes. Imagino cosas o situaciones en función de sus comportamientos. Les atribuyó diferentes aspectos de lo que su imagen o comportamiento me dicen. Observo el mundo. Pienso y me pregunto…

¿Qué busca la gente en la vida?

Y es en ese instante cuando me acuerdo del texto que recibí por WhatsApp días atrás, que decía así:

“No me impresiona tu profesión, ni tu manera de vestir, ni tu concepto de moda, ni tu estatus social o económico, ni tus posibilidades financieras, ni tus pertenencias.

Me impresiona cómo piensas, tus convicciones y tus valores, me impresiona cuán limpio es tu corazón, tu trato hacia los demás, tu humildad como persona y cómo alimentas tu espíritu y tu intelecto.”

Lo leo, lo vuelvo a leer y me vienen varias ideas a la cabeza, ¿se divide el mundo entre dos tipos de personas? ¿Las que buscan crecer desde la parte terrenal y aquellas que buscan crecer desde su parte más humana? Reflexiono… ¿cuánto influye nuestra sociedad en las personas? ¿Se pueden combinar ambos aspectos?

A todos nos gustaría ser esa persona que se siente realizada tanto profesionalmente como emocionalmente. A todos nos gustaría no tener problemas económicos, vivir cómodamente y permitirnos, de vez en cuando, algún lujo que nos haga saborear mejor la vida y el amor. Sí, saborear la vida y el amor. Y es ahí justo cuando las metas y las formas de esos lujos harán que converjamos o diverjamos hacia al cómo llegamos a ellos. A todos nos gustaría eso y además, que las personas que nos rodean o nuestras parejas se sientan igual que nosotros para así no entrar en conflicto y que todo fluya de una manera más natural.

Imagino que todos queremos el pack completo ¿no? aunque no nos volvamos locos en esa búsqueda, ¿o si?, pero sea como sea, ese deseo es algo que no dejamos atrás.

Habrá quien luche por conseguir esas metas desde un plano más económico y habrá quien lo haga desde en plano más emocional, y luego está el que busca el equilibrio entre ambas.

Cierto es que cuando se lucha desde aspectos exclusivamente económicos lo que se busca es poder, y como todos sabemos, la corrupción de uno mismo va intrínseca en ello. Algunos lucharán por mantener los valores, el respeto y las convicciones, mientras otros, ya los sacrificaron hace tanto, que los han transformado y adaptado, convirtiéndolos en SUS valores, SU respeto y SUS convicciones.

Mantener limpio nuestro corazón, ser humildes, alimentar el espíritu… es un trabajo que cuesta, ya sea porque en algunos sectores de nuestra sociedad ya están obsoletos y se ridiculiza al que lo manifiesta, o bien, porque la lucha por salir adelante te hace hacer “sacrificios” de los que no eres consciente quizás hasta que el malestar emocional llama a la puerta.

Mantener la cabeza alta, sentirte rico emocionalmente y limpio por dentro es una de las sensaciones más gratificantes que existe. Rodearte de personas que te enriquezcan, que te quieran y que te respeten también es otro regalo de la vida, pero eso debes de crearlo tú y mantenerlo de la misma manera.

La vida pasa, y los años suman. Lo que antes considerábamos importante, ahora es relativo o más aún, carece de valor. Pero para darnos cuenta, lamentablemente tenemos que vivirlo, tenemos que primero conseguir ese objetivo material y ver que no nos hace felices, que la felicidad te la dan otras cosas, mucho más sencillas, más simples, pero de mucho más valor.

Vivimos en el mundo que estamos creando nosotros mismos. Si deambulamos por las redes sociales vemos cómo están llenas de frases como la anterior o frases de autoayuda. Y en ninguna de ellas nos sugieren que nos compremos un coche o un vestido para experimentes qué pleno te sientes. Pero, lo cierto, es que la gente sigue más esa línea. ¿Por? Si todos sabemos que en cuanto tengas ese coche o ese vestido que siempre deseaste deja de producirte esa emoción y ya vas a por la siguiente. Absurdo en nuestra esencia pero real en nuestra sociedad. Y el equilibrio dónde está. Claro que podemos comprarnos ese coche o ese vestido porque nos apetece… por ir a la moda o tener bajo el trasero más seguridad, confort y estilo. Claro que sí. Pero seguir esa línea en bucle desde la banalidad, la inseguridad o la necesidad de tu propio ego, es lo que te convertirá en esclavo de esa carencia y será en ese momento cuando notes que te alejas de esa parte de ti que realmente te hace feliz.

A modo de reflexión, cuando llegues al final de tu vida, cuando mires atrás… ¿cómo te quieres sentir?, ¿qué te va a llenar?, ¿qué crees que hará que te sientas pleno?

He tenido la suerte, o la desgracia, de tener cerca personas en sus últimos momentos y todos piensan igual, el valor de las cosas más pequeñas, los detalles más afectivos, el tiempo para poder amar, reír y disfrutar de aquellos que amas, de un atardecer, de un tiempo con uno mismo. Tiempo para poder besar, amar y acariciar. Tiempo para vivir.

Por eso, desde aquí y en honor a alguien muy especial que acaba de irse, alguien que amaba la vida y vivió intensamente todos sus aspectos, te digo… ten tiempo para lo verdaderamente importante. Realízate, valora, siente, comparte… abraza, ríe, baila… porque podemos vivir con menos y vivir mucho más.

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