Lo que no consiguió la crisis de la emigración, lo ha logrado la naturaleza volcánica de Canarias. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, se acercó el domingo por la noche hasta La Palma, para interesarse por la erupción y participar en las reuniones de los expertos y las autoridades canarias. Todo un detalle. Sánchez tenía previsto un viaje a Nueva York, que pospuso para venir al archipiélago. Ese cambio del programa del presidente nos habla de cómo de rápida fue la erupción que nos cogió con el semáforo en amarillo cuando ya la lava teñía de rojo las laderas de La Palma. La evacuación de personas y las medidas de protección han sido irreprochables. Tanta calamidad ha conseguido que tengamos una probada experiencia en movilizar medios para ayudar a la gente. A la fuerza ahorcan. Ahora solo se puede hacer una cosa: vigilar y esperar. Contra los ríos de magma no se puede hacer nada. Solo evacuar a las personas y cruzar los dedos para que los daños materiales sean los menores posibles. Y después ya habrá tiempo de reponer el desastre y volver a esa normalidad añoramos. ¡Porque vaya tiempos que estamos viviendo!
