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Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

Las mentiras de la luz

Cuando se va la luz la nevera huele a podrido. Pero cuando sube el precio de la luz lo que huele fatal son las mentiras. Todas las que se han dicho para justificar que durante el mes de agosto España haya batido todos los récords con la factura más cara del continente.

Es mentira, por ejemplo, que el precio de la luz haya subido porque haya aumentado exageradamente la demanda, como se sostiene por algunos. La demanda eléctrica nacional solo aumentó en agosto un 0,9%. Y es igualmente falso que el precio haya subido porque la aportación de las renovables —más barata— cayese, porque según los datos de Red Eléctrica, la energía suministrada por fuentes eólica batió sus cifras de producción.

También es mentira que desde hace una década el precio de la luz no haya hecho más que subir. No es verdad. Ha tenido oscilaciones. Pero el mercado europeo el sistema marginalista que se ha implantado garantiza que la última energía —y por tanto, la más cara— de las que van entrando en el ‘mix’ sea la que fije los precios, independientemente de los costes de producción de cada fuente. Es decir, que las energías más baratas (hidráulica, eólica) reciben los mismos ingresos que las más caras. Fue una manera de inyectar pasta gansa a las renovables que se les ha ido de las manos y ahora quieren liquidar a través de una ley que se está peinando.

Por otro lado, las grandes empresas eléctricas “convencionales” también son ahora propietarias de gran parte la potencia instalada en renovables. Tienen las dos sartenes por el mango. Tal vez por eso en agosto la aportación de las eólicas en horario diurno se redujo a la mitad permitiendo la entrada de energía producida por gas, que marcó el precio mucho más caro. Algo muy, muy extraño. Y muy rentable. Eso por no hablar de cómo Iberdrola vació casi literalmente la presa de Ricobayo, en Zamora, para hacer también su propio agosto.

La chapuza consiste en que hemos decidido “castigar” la emisión de CO2. Pero el castigo termina yendo a costo del bolsillo de los usuarios, no al de las industrias contaminantes. Las sanciones —los derechos de emisión de CO2– fueron pensadas para desincentivar las emisiones contaminantes. Pero es una estupidez pensar que el sistema puede funcionar si el que paga por contaminar puede trasladar el costo a los consumidores finales. Que lo es lo que está pasando. Los derechos de emisión han acabado generando un mercado secundario de especulación. En dos años los “derechos” para emitir una tonelada de CO₂ ha pasado de los 30 a los 60 euros y existen analistas que prevén que en una década supere los 250 euros. Y todo eso pasa a la factura de la luz. O sea, a nosotros.

El recorte

Vergonzoso El informe del Diputado del Común sobre los centros públicos para mayores en Canarias es una novela de terror. Ratas, chinches, cucarachas, suciedad, mala alimentación, una visita médica al año… Apaga y vámonos. ¿Así tratamos a los viejos? El informe fue presentado al Parlamento de Canarias el tres de noviembre del año pasado. Y ahí está. Amontonado sobre otro montón de papeles en la casa del pueblo. Ninguno de los 70 diputados canarios parece haberlo leído. Pero aún más sangrante es que la comisión de Asuntos Sociales –que atiende estos asuntos– ni siquiera le ha echado una ojeada.Total, ¿qué importancia tiene que tengamos arrimados, en condiciones insalubres, nocivas y peligrosas, a los ancianos? Me pregunto a quién le van a echar la culpa esta vez. Digan lo que digan, es como para echarlos a todos a la calle.

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