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Joaquín Rábago

De cómo manipular a los votantes

Primero se acusó a los malvados rusos; luego se descubrió que una empresa británica llamada Cambridge Analytica se había dedicado también a manipular a los votantes tanto británicos como estadounidenses.

Pero no es la única, según pudo averiguar un cineasta berlinés que se hizo pasar por representante de un pequeño partido político alemán creado por un cómico compatriota suyo a imitación del italiano Cinque Stelle de Beppe Grillo.

El grupo político en cuestión se llama Die Partei –en alemán sencillamente El Partido–. Lo fundó en plan de broma el ex director de la revista satírica alemana Titanic Martin Sonneborn (1).

Con eslóganes deliberadamente ridículos y en una época de política líquida, Die Partei logró convertir a su fundador en eurodiputado. Incluso tiene actualmente otro representante, un tránsfuga del Partido Socialista, en el Parlamento de Berlín.

Pese a tan magra representación, Sonneborn se ufana de tener más seguidores en las redes sociales que los líderes de los partidos tradicionales –CDU o SPD-, o que la candidata a canciller de Los Verdes.

Ansioso de demostrar la facilidad con que se producen esas manipulaciones del electorado, el cineasta Peter Kreysler contactó con diversos partidos alemanes hasta encontrar la complicidad del cómico convertido en eurodiputado.

Uno de sus primeros interlocutores en la búsqueda de agencias especializadas en influir en el electorado fue un tal Thomas Borwick, de la empresa Kanto Systems, que ya había trabajado para Cambridge Analytica así como para la empresa canadiense AggregateO.

Director técnico de la campaña Vote Leave, a favor de la salida británica de la Unión Europea, Borwick había desarrollado a tal fin una serie de estrategias digitales susceptibles de aplicación en futuras consultas.

Con ayuda de una cámara oculta, el cineasta Kreysler grabó a Borwick mientras éste le presentaba sus ideas con las que, según aseguraba, crecería rápidamente el número de votantes de El Partido.

El experto le presentó un documento “confidencial” de once páginas según el cual no era descabellado pensar que, si contrataba sus servicios, pudiese El Partido aspirar incluso a formar parte de un futuro gobierno de coalición en Berlín..

Como botón de muestra no estaba sólo la exitosa campaña a favor del Brexit, sino también la ayuda prestada al paquistaní Imra Khan para lograr la jefatura de gobierno de su país o a un pequeño partido iraquí, al que las encuestas daban sólo un 2 por ciento, pero que logró finalmente decuplicar esa cifra en las elecciones.

La labor de influencia sobre el electorado se basaría, según Borwick, en los “datos psicobiográficos” de los votantes reunidos por su empresa gracias, entre otras cosas, al análisis de los “likes” en las redes sociales, algo practicado también por la mientras tanto quebrada Cambridge Analytica.

El coste de toda la operación para El Partido lo estimaban los asesores en algo más de 815.000 euros, según revelaron a medios germanos quienes urdieron ese engaño.

Para Jakob Guhl, del grupo de estudios londinense Institute for Strategic Dialogue, ese tipo de empresas se aprovechan de la falta de regulación existente. Los partidos deberían, según él, comprometerse a no recurrir a métodos tan sucios.

(1) Toda esta historia la reveló un documental distribuido por la primera cadena de la televisión alemana

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