Es una excelente noticia que Canarias reciba un total de 630 millones de euros del programa React-EU, uno de los instrumentos comunitarios diseñados para el estímulo y la dinamización de las economías gravemente afectadas por la covid 19. Grosso modo a España le han correspondido nada menos que 10.000 millones de los 47.000 millones con que está dotado el React-EU, y el Gobierno central ha desarrollado un reparto entre las comunidades autónomas. Más de un 6,3% de la cantidad global se dirigirá a Canarias que recibe la mayor cantidad por habitante. De la misma manera que España fue gran beneficiaria del React EU por el impacto devastador de la crisis sanitaria en el sector turístico y de servicios, Canarias ha recibido lo que le correspondía al haberse convertido en una comunidad infartada económicamente. Una puntualización: esos fondos no están todavía a disposición del Gobierno de Canarias. Y una observación indispensable: la mayoría de los agentes políticos, empresariales y sindicales sospechan que el Ejecutivo regional no tiene mayor idea sobre qué hacer con ellos. No es una particularidad endémica: lo mismo ocurre en Cataluña, Andalucía o Extremadura.

El 53% de los fondos estructurales de la Unión Europea asignados a España en el periodo presupuestario 2014-2020 (40.000 millones de euros) no se ha gastado. Como instrumento financiero el React-EU se nutre del gran fondo Next Generation –financiado a través de deuda mutualizada– y es calderilla, porque apenas supone una pequeña fracción de los 750.000 millones programados. Y no debe olvidarse que durante el próximo sexenio también se distribuirán fondos relevantes procedentes del presupuesto ordinario de la UE para el periodo 2021-2027. Un inmenso tsunami de pasta (potencialmente gansa) que caerá sobre las administraciones públicas españolas durante los próximos años. Un maná que amenaza con sepultarnos hasta las orejas y bloquear de facto el funcionamiento político-administrativo del país sin conseguir verdaderos efectos.

El React, en realidad, está planteado como un instrumento adicional, y su destino está bien definido: creación de empleo, lucha contra el paro juvenil, fortalecimiento de la asistencia sanitaria, apoyo a la inversión de las pymes o respaldo a los trabajadores autónomos, con una utilización prioritaria en ámbitos como el turismo y la cultura. La flexibilidad a la hora de gastarse los cuartos es bastante generosa. Disculpando el lenguaje un poco tabernario, es casi una barra libre. Lo que ocurre es que nos podemos ver con una barra libre que atraviese el país de un extremo a otro, un par de noches de fiesta apoteósicas con Iván Redondo cantando los grandes éxitos de Raphael y, poco tiempo después, un cartel que anuncie: “Cerrado por traspaso”. Contra la profecía que Pablo Iglesias ha sabido vender muy bien, sobre el fracaso de la transformación de la economía española electrocuteada por los miles de millones de la solidaridad europea y el hundimiento de la ingeniería oportunista de repúblicas confederales solo puede crecer una derecha furibunda, populista y revanchista que gobernará largamente.

El Gobierno autonómico está muy contento porque le han dado más de lo que esperaba. Le convendría dedicar más y mejores esfuerzos comunicativos en explicar cómo van a gastar los cuartos. Porque, desde el punto de vista de gestión administrativa, se ha hecho muy poco. Casi nada.