1. La gobernanza del partido pasa por una redefinición entre el poder del secretario general y el de las organizaciones insulares. No es la primera vez que ocurre. En su V Congreso Nacional los dirigentes coalicioneros dejaron claro que no se avanzaría un paso más en el proceso de unificación orgánica. ¿Por qué? Básicamente “porque no servía para nada”. Coalición ha sido incapaz de dotarse de un comité ejecutivo estructurado en áreas definidas. Los sucesivos comités ejecutivos desde finales del pasado siglo han sido como las hadas. Ahora esa instancia de mediación ha desaparecido. El secretario general es el máximo representante del partido y de facto su candidato presidencial. Pero no gestiona esa organización de organizaciones. En rigor el nuevo secretario de Organización, David Toledo, tampoco lo hará. No ejercerá como Barragán en el pasado. Básicamente la nueva Secretaria de Organización servirá como apoyo político, organizativo y logístico del secretario general y como canal de comunicación –si es necesario– entre los responsables insulares y locales y el líder. Más sorprendentemente todavía: Clavijo reunirá un equipo (más o menos) reducido de colaboradores atendiendo a los tradicionales equilibrios territoriales. Un equipo directivo que se designará después del Congreso Nacional. Los nombrará el secretario general, pero obviamente desde cierto consenso con los mandamases insulares. Porque ese es la labor básica de Clavijo: preparar y ganar las elecciones, no gestionar una organización. Construir y portavocear el relato nacionalista, patearse las islas, lastimar como un látigo a la babilónica Madrid, conseguir el milagro de la buena nueva: Coalición Canaria existe. Tendrá una amplísima libertad, pero, en cierto sentido, es una libertad exclusivamente suya, no sustentada en un comité ejecutivo ratificado por el plenario de congreso. Es una libertad casi irrestricta, pero extrañamente solitaria.

2. No se debatió a fondo esa minucia: las razones por las que CC fue desplazada de casi todas las instituciones hace año y medio. No se hizo argumentando el pragmatismo, como si fuera especialmente pragmático no analizar los errores y torpezas con propósito de corrección y enmienda. Ha bastado, de nuevo, con salmodiar que los adversarios políticos querían echar del gobierno de CC, los muy malvados. El discurso aprobado es básicamente resistencialista. No se tolerará, no se permitirá, no se está dispuesto a admitir, defenderemos nuestros derechos, nuestros fueros, nuestra repostería si es preciso. Pero los discursos numantinos rara vez enraízan en el electorado, más sensible a propuestas y embelecos de esperanza, de cambio, de superación. En Numancia los supervivientes acabaron suicidándose, por miedo al romano o al aburrimiento.

3. El VII Congreso de CC ha consagrado, en realidad, un modelo organizativo de guerra y un liderazgo para el combate electoral. Una estructura y una praxis adecuada a un objetivo a medio plazo: entrar en el Ejecutivo, ganar las próximas elecciones autonómicas, o cogobernar a partir de 2023. El modelo solo se consolidará solo si tiene éxito.