Torres consiguió superar ayer sin dificultad alguna la solitaria enmienda a la totalidad presentada contra sus segundos presupuestos por el Partido Popular. El resto de los grupos de la oposición –Coalición y Ciudadanos– prefirieron ahorrarse el trabajo de presentar una enmienda a la totalidad destinada al fracaso, e intentarán centrar el presupuesto con enmiendas parciales negociadas. Román Rodríguez sólo tuvo que fajarse con Australia Navarro, en uno de los debates más broncos y desagradables de lo que va de legislatura, en el que el consejero de Hacienda se pasó en el tono y en las formas con la portavoz del grupo Popular, contestando a la principal crítica de Navarro, que calificó las previsiones macroeconómicas de “pura ciencia ficción”, “imposibles” y “engaño”. Se refería Navarro a la pretensión de Román, incorporada al Presupuesto, de recaudar en 2021 cien millones más de lo recaudado en 2019 en impuestos directos, y apenas doscientos millones menos de ingresos previstos en concepto de IGIC.

Román aseguró que el presupuesto se ha realizado sobre una base realista, con una previsión de ingresos “garantizada”, a la que se sumarán a lo largo de 2021 otros mil millones de fondos europeos y nacionales. Visiblemente alterado, el consejero de Hacienda retó a Navarro a una apuesta: “si este presupuesto no se cumple en sus ingresos, yo me voy, pero si se cumple, se va usted”, le dijo.

En realidad, nadie se cree las previsiones para el 2021. Las cifras parece que dan un poco igual, porque al final habrá que hacer frente a lo que venga. El presupuesto asciende a 9.500 millones, menos de un punto menos que los 9.570 millones del año pasado, pero con un cinco por ciento más de gasto no financiero que en 2020. Quizá la clave no esté tanto en lo que se va a recaudar o no, sino en si se va a mantener la tendencia de este año en la ejecución del gasto, porque la administración no ha sido capaz de invertir los cuartos que había presupuestado. Entre la pésima gestión de la contratación pública, consecuencia probable de la falta de experiencia gestora del nuevo gobierno, y el desastre que ha supuesto para la gestión el confinamiento, el cierre de oficinas y el teletrabajo, el verdadero problema al que muy probablemente haya que hacer frente el próximo año, sea la incapacidad para gastarse el dinero en reactivar la economía. El Gobierno regional adolece de capacidad autocrítica para reconocer que la ejecución presupuestaria del capítulo 6, relativo a la inversión pública, ha sido catastrófica. Y no van a aceptar que se endose la responsabilidad de esa catástrofe a la pésima gestión de una administración completamente sobrepasada por la pandemia y los acontecimientos sobrevenidos que la han acompañado.

Román puede hacer las apuestas que quiera, pero el problema no va a ser sólo la recaudación, porque de bien poco sirve cumplir las previsiones de ingresos si luego no eres capaz de gastarte lo que tienes, más allá de pagar sueldos y gasto corriente. En cuanto a lo de renunciar a sus cargos de consejero de Hacienda y vicepresidente si no se cumplen las previsiones macroeconómicas en materia de recaudación de impuestos directos e IGIC, no sé lo que hará Australia Navarro, si aceptará el envite. Pero yo le cojo la palabra a don Román. Dentro de un año, si sigue, habrá que recordarle lo que ha dicho.