En 1950, cuando Europa estaba devastada humana y económicamente como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial -la mayor catástrofe de la historia de la Humanidad, que produjo 60 millones de muertos, mayoritariamente víctimas civiles-, el 9 de mayo, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, pronunció una conferencia que cambió al curso de la historia, proponiendo la creación de instituciones comunes europeas, que cristalizaron más tarde en la actual Unión Europea, para hacer que la guerra no se volviera a producir en el futuro. La reconstrucción de Europa y de la economía mundial fue posible no sólo por el Plan Marshal, sino por la ingente labor política que ya durante la guerra venían haciendo Roosevelt, a quien el escritor mejicano Carlos Fuentes consideró el gran estadista del siglo XX, y Churchill, el otro gran estadista en la guerra, continuada por estadistas como De Gaulle y Adenauer. En estos momentos la reconstrucción económica y social, tras la pandemia, será más difícil por falta de estadistas de la altura de aquellos, pues el populista Boris Johnson, carece del liderazgo de su biografiado Churchill, y el no menos ultraliberal populista Trump, carece del liderazgo de Roosevelt. La mayor de las pestes es la mediocridad política que impera hoy en el panorama político mundial y nacional, a excepción, entre unos pocos gobernantes, de la democristiana señora Merkel, y de la primera ministra socialista de Nueva Zelanda Jacinda Ardem, que han hecho una gestión ejemplar para erradicar la pandemia, sin dejar de mencionar a Antonio Costa, presidente del gobierno socialista portugués, por haber consensuado con el Partido Social Demócrata PSD portugués, de centro derecha, la colaboración en la lucha contra el coronavirus.

Sobre las pestes no se debe olvidar las lecciones de la antigüedad clásica. La peste antonina, 165-180, conocida también como la plaga de Galeno, porque fue este famoso médico quien la describió, causó la muerte del propio emperador romano Lucio Vero; y volvió a estallar nueve años más tarde, causando hasta 2.000 muertes por día en Roma, una cuarta parte de las personas infectadas. Se ha estimado que perecieron cinco millones en total, aproximadamente un tercio de la población en algunas zonas, mucho más que las 333.032 muertes que ha causado ahora el coronavirus en todo el mundo. Durante la campaña germana, el extraordinario emperador romano y filósofo Marco Aurelio, de origen hispano, escribió en griego su obra filosófica Meditaciones, considerado el evangelio laico, en cuyo pasaje, el IX, 2, afirma que "incluso la peste que le rodea es menos letal que la falsedad, la mala conducta y la falta de un verdadero entendimiento. La destrucción de la inteligencia es mucho peor que la peste. La corrupción del espíritu es peste más nociva que la destemplanza e infección del aire a nuestro alrededor esparcido porque ésta es peste de los vivientes en cuanto son animales, pero aquella es la de los hombres en cuanto son racionales". Mientras agonizaba, Marco Aurelio, que destinó una gran parte de su patrimonio personal a combatir la pandemia, pronunció estas palabras: «No lloréis por mí. Pensad en la pestilencia y la muerte de tantos otros".

La reconstrucción económica en la transición española fue posible por los Pactos de la Moncloa, fruto del amplio consenso político y social de los políticos con sentido del Estado que estuvieron a la altura de las circunstancias, bajo la dirección técnica del prestigioso catedrático de Economía y Hacienda, Fuentes Quintana. La reconstrucción en estos momentos no será posible en España si en lugar de afrontar unidos la lucha contra la pandemia y la difícil recuperación económica que se nos avecina, no cesa la crispación política atroz, mediáticamente propagada y fomentada, que impide cicatrizar la "doble herida", que ha caracterizado la turbulenta y dramática historia contemporánea de España, desgraciadamente, y originado "La progresiva separación entre los españoles y la creciente división entre las regiones", de que habló Laín Entralgo.

El historiador romano Eutropio dijo que "la peste surge cuando las preocupaciones y la desesperanza son mayores", como ahora sucede con la insolidaria conducta del independentismo catalán y de Bildu, con quien el gobierno de Sánchez, con la oposición encomiable de la Ministra de Economía Calviño, ha tenido la tremenda irresponsabilidad, ética y políticamente censurable, de pactar la derogación integra de la reforma laboral, sin el consenso político, empresarial y sindical indispensables, avalada por ese personaje maquiavélico, Pablo Iglesias, que, además, como Vicepresidente del Gobierno, está abogando por la abdicación del Rey al margen de la Constitución, confirmándose así lo que dijo el célebre físico alemán Albert Einstein: "Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana", y, también, lo que afirmó el escritor austríaco Stefan Zweig, en su libro, de imprescindible lectura El mundo de ayer :"he visto nacer y expandirse el fascismo en Italia, el nacional socialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo que envenena la flor de nuestra cultura europea".

El vergonzante chantaje del radicalismo abertzale al Gobierno de Sánchez para obtener el apoyo, que no era necesario, para la prórroga de la alerta, que nada tiene que ver con la reforma laboral, ha hecho que muchos militantes socialistas nos planteemos si podemos seguir militando en un Partido que cada vez lo es más de Sánchez y no del PSOE.

(*)_Militante socialista. Abogado.

Exfiscal General del Estado