Una ruina. Dependencia. Las personas que piden atención en aplicación de la Ley de Dependencia esperan una media de 426 días a nivel nacional. En Canarias, ya ven, la tardanza es de 785 días. Somos unos campeones, estamos a la cabeza. Esos son los datos, las cifras, la situación de uno de los grandes fracasos del sistema sociosanitario en todas las comunidades. Detrás de los números están los rostros, ya no solo del dependiente que aguarda en la cama hasta que se produzca el milagro o llegue la muerte que ya está acechando. Así de duro, así de cruel, así de real.

La otra cara, la verdaderamente dolorosa, es la de la familia. Cuando a casa llega un enfermo dependiente, el caos toca en sus vidas. Hay testimonios brutales con respecto a los cuidados que exige el paciente. "A mamá no la conozco. Malcriada, mal hablada, exigente. Es duro pero hablo por mí, la cama nos ha devuelto una madre abusadora". Ahí va otro. Mujer de 92 años, cuatro hijos. Cuando su estado se deterioró progresiva y alarmantemente buscaron centros públicos, los privados son intocables y aun así la ingresaron en uno durante un año. Y pasó lo que estaba previsto. Imposible afrontar el coste con una paga que no llega a los 600 euros. Los hijos decidieron llevarla a casa. Una de ellas recuerda que con la pensión de su madre y lo que ellos aportaron ya era insuficiente para cubrir los 2.500 euros del sueldo de la cuidadora. El paro llegó ya a la familia y no hay más cera que la que arde. "Mis padres han sido unas hormiguitas pero ya estamos vendiendo propiedades para darnos un respiro". En fin.

Sabíamos que era cuestión de tiempo. No es casual que hace unos quince años los médicos, algunos facultativos de relevancia en el staff del SCS, comenzaran a lamentar la falta de camas, digna cobertura, para los pacientes crónicos, en el SCS.

Ahí había un negocio.