Es preciso pensar que la mala educación es una carga difícil de llevar. Junto a lo cotidiano, nuestras carencias, nos arrojan contra lo que tiene remedio y contra lo que no lo tiene. Hay obviedades que son distancia y en múltiples ocasiones embargan lo hecho para durar. Qué de lazos se destruyen por la mala educación... Te sorprendes. La primera vez te quedas sin palabras. Sin poder reaccionar. Seca. Te sudan las manos y se te hiela el corazón. Pegada al miedo. Atenazada como si fueras un ser minúsculo que se ahoga en su propio silencio. Paralizada y acorralada. ¿Verdad, Sara? "Solo" eres la número cincuenta y dos de este año maldito. ¿Sólo a los suyos les duele?

Estoy harto de violentos. No acepto bromas. Ni programas cavernarios. Llevo una vida transmitiendo valores de igualdad y respeto en la escuela. Qué sensación de frustración. Petardos contra bombas atómicas. Es la proporción en la influencia entre el aula y el descontrol de las redes sociales. Cuánto daño se hizo quitando la Educación para la Ciudadanía.

Cada vez que un abusador en el patio del colegio insulta a un niño, se burla, se ríe en corrillos? hay un ser humano herido, humillado, que no sabe por dónde empezar para levantarse. Pero ni lo vemos. Ni le damos importancia. Estamos tan, tan acostumbrados a la falta de control, de los gritos, de los abusos, de la ira descontrolada que ni siquiera cuando va hacia nosotros hacemos nada. Como son así? pues que sigan chillando, gritando, golpeando, hiriendo? es que tienen mucho carácter, decimos.

Ahí empieza el terrorismo. Ese que tanto nos asusta. Pero que sólo vemos en las organizaciones criminales. Y no, no es así. Con Sara, son 1.028 las mujeres asesinadas desde el 1 de enero de 2003, cuando se empezaron a contabilizar oficialmente. Casi doscientas más que las víctimas de ETA. Es una barbaridad. La punta de un iceberg que esconde miles de maltratadas y millones humilladas.

No se me va de la cabeza el caso Diana Quer. Ni el juicio. Ni la repugnancia de su asesino. Me dicen amigos que han tenido que custodiarlo en la cárcel que es un cobarde. Un miedica siempre exigiendo protección. ¿Por qué hay que proteger a esta gente destructiva y cruel? Ya sé que debería hablar de reeducarlos, reinsertarlos y devolverlos normalizados a la sociedad. Pero sé, como lo saben Sara, Diana y todas las demás, porque ya no están, que no. No es posible. No quiero verlos más. Y desde aquí grito para que desaparezcan. Al asesino, a los asesinos y a los que día a día van matando sin asesinar. Tenemos que poder con ellos. Echémoslos. Aislémoslos sin más.

Por ti Sara y tus 26 años. Por tu luz. Por los mares de tu ausencia. Por todas. Por vosotras y vuestras vidas rotas. Por vuestras familias destrozadas, por vuestros amigos... Escribo esta columna que es un ya está bien, un basta.

Creo en la igualdad de derechos. Hombres y mujeres. Tan semejantes y afortunadamente tan diferentes. Me he criado entre mujeres. Mujeres ternura, inteligencia. Mujeres aliento y fuerza. Mujeres constancia, mujeres firmeza. Por eso y por mucho más reniego de cada miserable machista que cree que la fuerza es el título de propiedad.

Por el mar de tu ausencia, de vuestras ausencias, navegan los que os echan de menos. Los que sabemos que con vosotras el mundo sería mejor.

Feliz sábado.

stylename="070_TXT_Inf_02">adebernar@yahoo.es