(A la memoria del magistrado humanista José Luis Sánchez Parodi)

El Derecho y las Letras estuvieron siempre históricamente unidos hasta que los profesionales del Derecho se han tenido que especializar por la complejidad actual del ordenamiento jurídico, que no les permite tener tiempo para cultivar las humanidades. Ha habido licenciados en Derecho, como Azorín y García Lorca, entre otros, que solo se dedicaron a la literatura. Menos han sido los que se han dedicado profesionalmente al Derecho y al mismo tiempo a su vocación por las letras, como, entre otros, Manuel Azaña, letrado de la Dirección General de los Registros y del Notariado, que se doctoró en Derecho a los 20 años con una sugestiva tesis sobre La responsabilidad de las multitudes, y escribió algunas novelas como el "Jardín de los frailes", y ensayos sobre Varela y el Quijote; o como Leopoldo Alas Clarín, catedrático de Derecho Romano y Natural, autor de La Regenta, una de las novelas más importantes de la literatura española.

Solo quiero recordar en este artículo a tres juristas profundamente humanistas, de los que fui amigo desde que inicié mis estudios de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de la Laguna: el abogado José Arozena y los magistrados Roldán Verdejo y José Luis Sánchez Parodi. Roberto Roldán Verdejo cursó las carreras de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de La Laguna. Su tesis doctoral la hizo sobre la Ley del Matrimonio Civil de 1870. Fue presidente de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, siendo su primer destino como juez Fuerteventura, de la que fue nombrado Hijo Adoptivo por el Cabildo Insular de Fuerteventura, donde hay una calle que lleva su nombre, sobre la que escribió entre otros libros, La Romería de la Virgen de la Peña, y El hambre en Fuerteventura (1600-1800). En 1987 obtuvo por oposición la Cátedra de Historia del Derecho y las Instituciones en la Universidad de La Laguna, siendo director general de Universidades e Investigación en Canarias desde 1988 a 1990. Con siete libros publicados, fue académico correspondiente en la provincia de Santa Cruz de Tenerife de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, así como de otras instituciones culturales y científicas de Madrid y Tenerife.

El abogado José Arozena, que vivía en el mismo edificio que el de mis padres, colaboró en la revista Gaceta de Arte junto a Domingo Pérez Minik y su director Eduardo Westerdahl. Participó como abogado defensor de los procesados por los sucesos de Hermigua, La Gomera, cuya foto, con los abogados defensores -entre otros, el eximio penalista Jiménez de Azúa, Simeón Vidarte, Vicesecretario del PSOE, el letrado humanista tinerfeño Luis Rodríguez Figueroa y el letrado José Carlos Schwartz, alcalde de Santa Cruz, asesinado como R. Figueroa al poco de comenzar la Guerra Civil-, me regaló y la coloqué en mi despacho profesional. Profesor de Derecho Internacional de la Universidad de La Laguna, fue depurado tras el golpe de Estado de julio de 1936. Representó a la Federación de Canarias en el XIII Congreso del PSOE celebrado en Suresnes-París (Francia) en octubre de 1974. Dedicado a la abogacía, para la que tenía grandes cualidades por su memoria y brillante oratoria, y a la crítica literaria, dirigió la sección de literatura del Círculo de Bellas Artes de Tenerife y fue jurado en premios literarios como Alfaguara; creó y presidió el jurado del premio de novela Benito Pérez Armas otorgado por la Caja General de Canarias y del Premio Canarias concedido por el Gobierno de la Comunidad Autónoma. Su voluminosa biblioteca, que dejó a la Universidad, ocupaba todas las dependencias de su casa. Lector impenitente, de vastísima cultura, se le denominó el lector mayor del Reino.

José Luis Sánchez Parodi tenía una cultura enciclopédica y una erudición histórica colosal. Dedicado toda mi vida al estudio de la historia de España, especialmente de la II República y de la Guerra Civil, como presidente y ahora como Vicepresidente de la Fundación Juan Negrín, estoy, pues, en condiciones de afirmar, sin ditirambo, que no he conocido especialista que supiera tanto como José Luis de la intrahistoria de ese convulso período de la historia de España. En una calle de Las Palmas nos encontramos con un amigo que había sido soldado en el V Regimiento del Ejército Popular de la República, del que fueron jefes destacados Enrique Líster y Valentín González El Campesino, y nos dejó asombrados al decirnos el nombre, uno por uno, de todos los jefes, oficiales y suboficiales que componían dicho Regimiento. Me recitaba, en nuestros paseos semanales por La Laguna, con su proverbial memoria, versos de Antonio Machado, y de los poetas del 98 y del 27 con profundo conocimiento de su obra poética. Lector infatigable, y escritor de prosa lírica de la que dejó huella en sus siempre esperados artículos que publicaba en el Diario de Avisos todos los domingos en el espacio Recuerdos de un Juez, que recopiló en varios volúmenes de amena y emotiva lectura. Aficionado a leer libros y artículos de biográficas, ninguno me ha emocionado como los artículos que dedicó Sánchez Parodi, no solo a los juristas y personajes más relevantes de Tenerife, sino a gentes humildes y sencillas, preferentemente de La Orotava, con una sensibilidad humana de poeta que quizá fuera su verdadera vocación. Nuestra relación profesional y personal entrañable comenzó cuando yo era Juez de Primera Instancia e Instrucción de Icod de los Vinos y José Luis, presidente de la Audiencia. Nos unía, más que nuestra profesión de jueces, las comunes preocupaciones culturales e intelectuales. Fue para mí maestro de muchas cosas y referente intelectual de mi generación de jueces.

* Magistrado jubilado