Esta nueva ‘troupe’ del ‘Sálvese quien pueda’ se reinventa. Se celebra mucho ahora su ubicación en Netflix. No es relevante la plataforma en la que se instalen momentáneamente. Lo resaltable es cómo se muestran ahora, qué hacen, cómo se comportan.
Han mutado. Se han transformado en una especie de combo estrafalario y pintoresco que pivotan sobre sí mismos dibujando un ‘show’ tipo ‘la parada de los monstruos’. Belén Esteban, Matamoros, Kiko Hernández, María Patiño, Víctor Sandoval, Lydia Lozano, Chelo García Cortés y ocasionalmente Terelu, ya no son criaturas del cotilleo, sentadas en un plató haciendo barbacoas con la carne de otros. Ahora los protagonistas son ellos. Han adquirido la categoría de actores de una comedia sobre su propia peripecia. Ahora les invitan a platós como si fueran un ‘ensamble’ cómico. Hacen posturas y dan un espectáculo, en minúscula, pero que, para tal y como está la tele, un ratito funciona.
Estuvieron con Marc Giró, el flamante Premio Ondas, en su ‘LateXou’ de TVE. Llenaron el ascensor y luego casi 30 minutos de programa sin hacer otra cosa que cabriolas. También estuvieron con David Broncano en ‘La Resistencia’ (Movistar +). Allí Matamoros tuvo un instante de lucidez y dijo, radiografiando a todo el grupo que conforman: "De pequeño iba a ver la parada de los monstruos. La mujer araña, la enana tragasables, la mujer barbuda, las hermanas colombinas gordas y mórbidas. Nosotros somos el relevo de todo eso. Somos ocho monstruos a los que nos han soltado para entretener". Estoy de acuerdo en lo de ‘monstruos’ en el sentido circense. Pero la diferencia con aquellos de antes es que ahora la tele paga lo patético mucho mejor. Bien mirado, fuera de Telecinco se han transformado en inofensivos bufones. Hasta les invitan a fiestas para que saluden a los Reyes y se hagan regios selfis con ellos.
EL GEN BORBÓNICO.– Hablando de monarcas, ha dicho Jaime Peñafiel en el programa ‘Fiesta’ (Telecinco) que lo que le pasa al emérito Juan Carlos con su bragueta es algo inevitable, que viene predeterminado por ‘la genética borbónica’. "¿Y esta genética qué és?", le preguntaban. Y él contestó: "¡Que son folladores!". ¡Ahh! Si solo fuera un tema de furor braguetero, allá él. Lo cargante es que los polvos se los pagamos todos nosotros.
