Suena una campana e incluso un cencerro y, a continuación, una voz que exclama: «¡Boooote, ejemplo!». Esta escena que resulta habitual en algunos bares y restaurantes españoles, como una forma de agradecer públicamente el gesto generoso del cliente que reconoce con unas monedas el servicio recibido, y que también se lanza como un reproche hacia quienes no imitan este comportamiento, se contrapone con la fórmula de la llamada propina a la americana, fórmula que, últimamente, se ha instaurado en algunos locales de ciudades como Madrid o Barcelona.

El acto de dejar propina es algo que está aceptado socialmente en muchos países, mientras que en otros, como sucede en Japón, se entiende como un gesto de mal gusto. Lo cierto es que en la cultura anglosajona, por ejemplo, resulta una práctica obligatoria, ya que se considera como una parte del sueldo del camarero, y son los propios restaurantes y bares los que estipulan el porcentaje o la cantidad que debe abonarse, en proporciones que van desde el 5 hasta el 10% del importe total de lo consumido, en función del montante de la cuenta. En un país como Estados Unidos se asume como algo normalizado, mientras que en España, la propina se entiende como un gesto de carácter voluntario que el cliente decide aportar o bien no.

Con todo ya hay establecimientos en nuestro país, principalmente en grandes ciudades como Madrid y Barcelona, que están recurriendo a la propina americana, una medida que sin embargo no es obligatoria, pero que no obstante ha abierto un debate entre partidarios y detractores.

En el caso de Canarias, esta fórmula no parece que haya calado, ni tampoco tiene visos de implantarse. A propósito, Carlos Quintero, de la Asociación de Ocio y Restauración de Tenerife, comentaba en los micrófonos de Radio Club Tenerife que los empleados del sector están bien pagados y, en ningún caso, los empresarios han decidido recurrir a esta medida.

Los expertos reiteran que no resulta obligatorio dejar propina: «Sigue siendo algo voluntario porque en España no forma parte del sueldo, sino que es una costumbre adquirida en la que el cliente muestra su satisfacción», al tiempo que consideran que los salarios no pueden ser sustituidos por la propina, porque es una forma de que la empresa reduzca unos gastos que recaen en los cliente. De este modo, aseguran que lo que sería recomendable para el sector de la hostelería sería establecer mejores condiciones laborales y unos sueldos más competitivos para sus trabajadores.

Precisamente, desde Facua-Consumidores en Acción sostienen que se trata de una técnica que trata de «crear un sentimiento de culpa» en el cliente que decide no dejar nada en concepto de propina y si bien señalan que no se trata de un acto ilegal porque no se impone», sí consideran que pedir ese dinero supone «intentar aprovecharse» del cliente para que, «de alguna manera, se convierta en el que paga el plus de un salario demasiado reducido». Hasta los hay que apuntan que ciertos empresarios manejan este concepto como parte del salario convenido con los trabajadores.