Si La doble vida de Verónica ejerció de película bisagra entre las etapas polaca y francesa del realizador varsoviano, Trois couleurs: Blanc, segunda entrega de la llamada Trilogía Tres colores, supone un compendio de ambas: un retorno a los orígenes (más concretamente a la sobriedad visual de El decálogo), por un lado, y el afianzamiento de un nuevo estilo cinematográfico, por el otro. Con este filme, Kieslowski obtuvo el Oso de Plata al Mejor director en el Festival de Berlín.

Extraña y curiosísima tragicomedia que si bien constituye el pico menos elevado de la trilogía, no por ello deja de resultar una película estupenda.